
Qué hermoso texto, Ana, muchas gracias a ti. Cualquier cosa que yo pueda decir sobra.
Leyéndolo me vinieron aquellos versos de Machado que cierran el poema “Retrato”:
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Y de Antístenes, un discípulo de Sócrates que fue a la vez maestro de Zenón de Citio (el fundador de la Stoa) y de Diógenes de Sínope, el fundador de la escuela cínica, dice Diógenes Laercio en sus Vidas de los más ilustres filósofos griegos (VI.6):
“Decía [Antístenes] que convenía disponer del equipaje que fuera a sobrenadar con uno en el naufragio”.
Sin duda es mucho mejor andar ligeros de equipaje.
Es hermoso lo que cuentas de de las lágrimas que reservaste para tu abuela. Te felicito por el texto y todo lo que hay detrás.