
Hola, Abraham. Qué bueno que subiste este texto.
Es tal como dices y en esta trampa caemos todos: somos incapaces de dejar ir lo que ya no es y entonces sobreviene un sentimiento de pérdida. En otras palabras, hay pérdida por el simple hecho de que se juzga que debería haber algo allí donde no lo hay, en lugar de aceptar o asumir que el deber no tiene nada que hacer allí y que lo único cierto es que eso ya no es. ¿Cómo dar ese paso de la pérdida a la aceptación? En mi experiencia, la llave está en la gratitud (y es algo que está sugerido en una de las citas de Séneca sobre este asunto). En lugar de: “Soy desdichado por haber perdido la beca”, “Me siento agraciado de haber podido disfrutarla por dos años”. Es verdad que esto no puede forzarse, pero en la medida en que hay claridad sobre el papel de la gratitud, empieza a ser más natural, más espontánea y así se vuelve más fácil soltar.