
No es en principio fácil conciliar la idea de rigor científico con tu prosa poética y tu verso libre. No digo con esto que sea imposible, hay temperamentos capaces de las dos cosas, pero la fatiga, la merma del día 6/08, ese hastío que parece una rareza después de la plenitud marina, quizá esté relacionado con el hecho de que el sentido, a ti, se te muestra fundamentalmente de manera sensual y estética, más bien que conceptual y científica. De ahí, tal vez, el cuestionamientos a la necesidad de rigor científico en las actividades cotidianas, en la delicia de las fresas, en su belleza, en el acto de cuidar a otra persona.
Pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de rigor científico? Al parecer, de una tesis. ¿Es una tesis que versa sobre el rigor científico o que debe tener, ella misma, semejante cualidad? Lo segundo es más plausible, supongo. ¿Será el rigor científico, como tal, el problema, lo que causa hastío y desgana? ¿O la interpretación de cómo debe hacerse una tesis para que sea tenida por rigurosa, a riesgo de sacrificar, quizá, la pasión que ella misma entraña? Sin duda, una tesis tiene partes sumamente engorrosas, que parecen casi cuestiones administrativas, pero eso no debe hacer perder el corazón del asunto, la pasión por un problema interesante. No sé si esté diciendo algo que tenga sentido para tu situación, es lo que alcanzo a ver.
Tiempo atrás escribí un artículo titulado “Cómo no se hace una tesis”. Lo colgué aquí, en el blog de la plataforma. Si te parece que puede aportarte algo, puedes descargarlo aquí:
Espero no haber estado demasiado lejos de tus inquietudes ni cometer un error al sugerirte la lectura de este artículo.
Salúdame al mar, por favor. Dile que Gabriel lo echa en falta.