
¿Dónde se quedó eso? Es una gran pregunta final y una gran pregunta inicial, o mejor, iniciática. ¿Dónde se quedan las experiencias? ¿Dónde queda todo lo que hemos vivido hasta el instante infinitesimalmente anterior a éste?
Los hechos como tales, por supuesto, ya no existen, pero queda algo y tu texto lo transmite con gran vivacidad, al punto que un lector en principio ajeno a todo eso puede hacerse una idea y habitar por un momento esa atmósfera, respirar el aire untuoso del campo, los olores, las comidas, la excitación de las fiestas, las hormonas bullentes, e incluso sentir la nostalgia que sientes por todo eso. Ahí es donde se teje el puente. Mi historia es muy distinta, pero puedo sentir profundamente la nostalgia de tu texto, incluso si mi nostalgia es por otras cosas, porque, más allá de si en tu caso son arepas y en el mío torta fritas, la sensación que me da es que en aquel tiempo todo era burbujeante como las empanadas en el aceite, todo se aparecía más deslumbrante, más asombroso, en cierto modo más real, y creo que ésa es una experiencia universal, incluso si es una experiencia universalmente fallida, quiero decir, si hay en esto una mirada idealizada, romántica del pasado (“a nuestro parecer, todo tiempo pasado fue mejor”), si los recuerdos se han revestido de cualidades o colores que de hecho no tenían cuando fueran vivencias (¿quién podría afirmarlo o refutarlo?). En tu caso, parece, además, que la infancia y la adolescencia fueron particularmente felices y lo que más me sorprende es ese clima de libertad, incluso en lo sexual, donde todos parecen saber de todos y dejan vivir. Los abuelos, Juan y Hortensia, se desdibujan un poco en el torrente de experiencias, pero da la impresión de que el ordo amoris que dejan, a modo de legado, es precisamente esa libertad, ese desenfado, ese modo festivo de vivir. Por otro lado, me parce que también es importante poder tomar distancia y ser críticos con lo que hemos visto y oído de nuestros ancestros, porque a menudo heredamos de manera totalmente inconsciente un conjunto de creencias que damos por verdaderas e incluso afirmamos testarudamente, pero que pueden ser muy limitantes. Quizá sería bueno que ensayaras eso también. La parte festiva ha sido una delicia.