
Qué experiencia tan fuerte y dolorosa, te agradezco la confianza de compartirla aquí. Puedo sentir la desnudez, el pudor, el sentimiento de intimidad violada y la huella que eso ha dejado en ti.
Exorcizar al espectro implica una comprensión profunda del suceso, cosa que ya has iniciado y puedes aún profundizar. Se trata, como bien sugieres en tu texto, de comprender a tu madre en su propia fragilidad, en su vulnerabilidad, eso transfigura por completo su aparición en calidad de censora.
Lo otro nos sucede en cierta medida a todos los que escribimos: el espectro del juicio, el temor a ser censurados precisamente cuando nos hemos expuesto, etc. A veces el censor es un poco impersonal y otras veces son personas muy concretas a las que, por algún motivo, les hemos concedido una especie de autoridad sobre nosotros. En mi experiencia, el espectro del juicio y la censura, suceden cuando uno está vacilante en la escritura, al comenzar un texto, o un capítulo nuevo, o al retomar la pluma después de un periodo de inactividad. Pero una vez que se entra y la prosa empieza a fluir (y para eso, no hay otro medio sino sentarse a escribir de manera constante, eliminando al propio censor que todos llevamos dentro, escribir libremente y sin juicio), entonces la censura desaparece, porque en el fondo no hay tal cosa (por eso es un espectro), sólo es, como bien dices, miedo o falta de confianza en uno misma. El antídoto a esto es la resolución, la paciencia y la diligencia.