
Lo que está muy bien en este texto es el trágico malentendido que hay en la comunicación humana. Una piensa que él no la ama, la otra piensa que ella no lo ama a él, él… él no se sabe bien, admira a la primera, la quiere, no sabe si la ama. Por no hablar las cosas con claridad, una se queda esperando a que el otro vuelva y el otro piensa que será rechazado y por eso no vuelve. La posibilidad de ver las múltiples perspectivas permite atestiguar todo esto de un modo que no puede dejar indiferente a quien lee. Hitchcock decía que el suspenso se genera, precisamente, cuando el espectador sabe más que los personajes: un hombre entra por la ventana en el segundo piso de una casa y empieza a revolver los cajones; abajo, la familia, ingresa por la puerta principal. El ladrón no sabe que la familia ya está en casa y que uno de ellos sube por las escaleras; el que sube no sabe que se encontrará al ladrón. Pero el espectador lo ve todo y eso genera ese efecto emocional llamado suspense. Aquí, en tu texto, no es que haya propiamente suspenso, pero hay esa ventaja cognitiva del lector sobre los personajes, que genera un efecto de tristeza por los malentendidos. Si el espectador quizá querría decirle al ladrón (aunque repruebe moralmente el hurto) que se vaya, el lector de tu texto quisiera decirle a Alfredo que se atreva a regresar, que ella lo perdonará.
Las voces de los personajes están bien desarrolladas, aunque da la impresión de que Alfredo es todavía muy “visto” desde la perspectiva de Rosángela. Quizá su propio lenguaje, su propia manera de pensar, por esa sencillez que le caracteriza, daría lugar a otro tipo de fraseo, de vocabulario, en fin. No lo sé, son sólo especulaciones, pero, más allá de esto, el texto está muy bien, lo siento logrado por los contrapuntos y el modo como se articulan los puntos de vista.
¡Qué bueno que tuviste el valor de volver a escribirlo!
Me pregunto si el hecho de poder ponerte en el lugar de Alfredo te trajo algún tipo de comprensión adicional a la que ya tenías sobre esta situación.