
Hola, Jairo.
Tu inquietud es muy pertinente.
En realidad, si el hecho de observar una inferencia espuria, un juicio implícito insuficientemente fundado, basta para detener la impresión, en principio, y a los efectos de este ejercicio, es suficiente. Sin embargo, si logras ir más allá y ver con claridad los juicios en los que descansan las sugerencias particulares, como les llamas, el ejercicio adquiere una profundidad mayor. Ésa es precisamente una de las estrategias estoico-epicúreas más importantes para desmontar los deseos ávidos, es decir, aquello que normalmente llamamos apego: darse cuenta de que los bienes atribuidos al “objeto (ávidamente) deseado” son bienes supuestos y no auténticos bienes. Yo le llamo a ese ejercicio, en otro curso de esta plataforma (“El uso del placer y el deseo en estoicos y epicúreos”), “desmontar los bienes supuestos”.
Espero haber contestado con precisión a tu pregunta. Si no es el caso, por favor déjamelo saber.