
Observas que vienes de un linaje de migración y exilio, y en tu mirada aparece la idea de que, al lograr establecerse en otro lugar, tras haber huido, tus ancestros alcanzaron una fortaleza que tú aún echas en falta. Quizá esa fortaleza estriba, precisamente, en lo que tú misma señalas: en dejar de sentir que se está huyendo.
Si sientes que huyes, entonces la elección de un nuevo lugar donde asentarte no tiene, por sí misma, una determinación positiva, no hay algo deseable por sí en esa ciudad, aldea, pueblo o lo que sea, pues el énfasis está puesto, no en las bondades que este sitio te puede ofrecer, sino en evitar los males de permanecer donde estás. Quizá hay, en efecto, situaciones sumamente adversas que vuelven indeseable permanecer allí y se impone, entonces, “poner tierra de por medio”. Pero siempre, siempre, el mal último está en la idea que tienes de esa situación adversa, en la interpretación que haces de ella, más bien que en la situación como tal. Y si no modificas de alguna manera esa interpretación, si vives con la consciencia de que ese mal puede sobrevenir en cualquier momento -y a esto se le llama MIEDO (la expectación de un mal)-, es improbable que haya un lugar donde huir, porque el miedo es un estado mental y te lo llevas contigo donde quiera que vayas.
Para no sentir que uno huye, es preciso modificar la interpretación en relación a aquello de lo que se huye, al mal que se supone allí, etcétera. Por supuesto, yo desconozco de qué se trata y puede ser más grave de lo que imagino (no quiero ser irrespetuoso en ningún sentido), pero esto que digo es en principio una condición elemental para trascender el sentimiento de huida: trascender el miedo que lo motiva.
Esto no quiere decir que no haya sitios mejores que otros para cada quien, sitios con mejores posibilidades para el carácter, la profesión, las habilidades de cada persona, desde luego que esto es así. Pero entonces, la elección del lugar adonde ir ya no está determinada por el miedo que motiva la huida, sino por un horizonte: un porvenir.
Si quieres profundizar en esto y seguir la conversación, siéntete libre de escribirme otra vez. Con mucho gusto podemos ir más lejos.