
Quizás el problema fundamental es que concibes la situación como una disyunción cerrada (A o B) y ninguna de las dos alternativas constituye un medio hábil, es decir, un modo de lidiar con lo que te toca de tal manera que no lo padezcas. Pero vamos de a poco.
La idea de preferido/dispreferido supone, ante todo, que eso no constituye ni un bien ni un mal para ti, por lo tanto, que ni te beneficia ni te daña de manera sustancial, sino que, a lo más, es agradable o desagradable. Si experimentas alguna clase de perturbación ante actitudes de ciertas personas, esto quiere decir que, al menos por el momento, esas actitudes no son para ti simplemente dispreferidas (en cuyo caso, estarías tranquila), sino que las estás experimentando como males. El punto de partida, en todo esto, no es lo que dicen los estoicos (éste es el punto de “llegada”), es lo que tú experimentas, y la experiencia genuina, en este momento, es que sientes malestar. De ahí es de dónde debemos partir para comprender cómo se origina este malestar. ¿Puedes estudiar esto con calma? Observa con detenimiento qué es lo que sientes que te daña y trata de describirlo para ti con la mayor especificidad posible. Actitud tóxica: ¿exactamente qué palabras, acciones, gestos vives como actitudes tóxicas? Toma cada cosa que te perturbe, una a la vez, y examínala objetivamente.
Como no conozco la situación en detalle, inventaré un ejemplo. Pongamos que, en este nuevo trabajo, sientes que alguien te agrede. Cuando examinas en qué consiste la agresión, observas que esta persona te dice en tono enojado (y es importante que observes si el tono es objetivamente enojado o si es una proyección tuya), con gesto de fastidio, que debes entregar las cosas que te pide con mayor cuidado y premura. Esto es lo que sucede. Ahora estudia, ¿cómo te sientes tú ante esto? Pongamos que este tipo de actitud te genera malestar. Al examinar este malestar con mayor detenimiento, observas que te produce tristeza, por no sentirte reconocida ni valorada, y quizá un poco de ira, porque sientes es injusto, que no se considera que eres relativamente nueva en el trabajo, etc. Muy bien, esto es lo que sientes: tristeza, ira, sensación de no ser reconocida, quizá abuso de autoridad. He aquí el escenario completo.
¿Qué depende de ti? Dices: pelear o huir, pero con eso clausuras cualquier otra posibilidad. Tal vez no se trata de pelear, pero sí de manifestarte con veracidad y formular las peticiones que creas necesarias. Esto no tiene nada que ver con pelear, porque no se trata de vencer a nadie (en todo caso, a ti misma), ni, como dices, demostrarle nada a nadie, se trata de que hagas lo que depende de ti cabalmente. ¿Qué es eso? He aquí lo que tienes que responderte. A menudo nos enojamos, aparentemente con los otros, pero estamos enojados con nosotros mismos, por no manifestarnos, por aceptar que nos hablen mal o nos traten de manera abusiva. Pero esto, precisamente esto, depende totalmente de ti y no tienes ni que huir ni que pelear, sólo hace falta poder marcar los límites con firmeza, sin violencia, sin lucha.
En comunicación no-violenta se enseña que, para poder abrir la comunicación, lo mejor es hablar desde lo que uno siente sin ninguna clase de juicio sobre el otro, sin chantajes ni manipulaciones, ni nada que pueda cerrar la escucha de la otra persona. En el ejemplo hipotético que puse anteriormente, tú podrías decirle a esta persona algo así como lo siguiente: “Yo quisiera poder hacer mi trabajo cabalmente y lo intento, pero todavía no tengo la suficiente experiencia. Cuando me hablas de esta manera, yo me siento mal y eso no me permite estar tranquila y hacer las cosas con la mejor disposición. Por eso, para poder desempeñarme con mayor excelencia, quisiera pedirte si, en adelante, pudieras apoyarme en las dudas que tengo, en lugar de regañarme. Lo que yo necesito para trabajar mejor es tal y cual, y en este sentido quisiera pedir que… “. Es sólo un ejemplo. El esquema es: (i) formular tu sentir (sin hablar del otro, sino de lo que tú sientes), (ii) expresar tu necesidad y (iii) formular una PETICIÓN (no una queja, no un reclamo) de eso que necesitas.
Es difícil para mí saber si estoy acercándome a lo que te perturba, pero quizá algo de todo esto, especialmente la posibilidad de considerar que ni tienes que huir ni tienes que pelear, sino que puedes estar ahí desde otro lugar, puede serte útil. Para esto, insisto, es fundamental que puedas examinar minuciosamente qué te perturba, describiendo, tanto lo que perturba (lo externo), como tu reacción (lo interno) con la mayor objetividad posible.
Sigo aquí en lo que pueda apoyarte.