
Qué bueno, qué lúcido y qué buen ejercicio de aplicación de las ideas has hecho aquí, Dolly, te felicito.
Lo que describes como ansiedad no es más que otra modalidad del miedo. ¿Y qué es el miedo? La expectación de un mal. Como, para los estoicos, nada externo constituye un mal (lo que puede ser exagerado en algunos casos), nada que se avecine puede ser tal cosa y en este sentido no hay la expectativa de un daño, sino, a lo más, de una experiencia desagradable, dispreferida, pero que no lastima nada sustancial. Este pensamiento tiene sentido.
En tu texto encuentro dos estrategias. Por un lado, la suspensión del juicio: “no sé qué intenciones tiene”. Si esto es cabal, el miedo queda anulado. Por otro lado, llevar la consideración del posible “mal” a un lugar donde deja de serlo: “si me echan del trabajo, qué”. ¡Lo has hecho muy bien!
Creo que puede interesarte leer un texto que escribí en respuesta a una carta de una persona que declara vivir con miedo; me parece que te lo envié por correo, en un mail colectivo, pero, por las dudas, puedes descargarlo aquí: