Día 3
Releí el texto de “Espectros sutiles” una vez más, varios días después. Lo entiendo y me habla con una nueva voz mucho más benevolente. En el butoh se practica caricaturizar el gesto que es producto de los roles que jugamos para ver qué más sale al embotar el vicio. También se practica el vacío de cuerpo, práctica mucho más ajena a la danza occidental y en general a la gestualidad cotidiana en el mundo occidental.
Es en el espacio-cuerpo posterior al vacío del butoh que encuentro las más tangibles evidencias de mis espectros. Espectros incluso alojados en la postura y en las preconcepciones asociadas a esa postura:
Saca el pecho sin cerrar escápulas, segura de ti.
Mete cadera, control del centro.
Relaja la quijada, tensión siempre mala.
El ideal de ser segura, controlada, no tensa. Mordaz sin ser cruel, intuitiva sin invadir. Inteligente y sensible. El peso del ideal de mí que me ha comprometido con “enseñar” a modo de maestra en circunstancias donde para nada me siento con autoridad de enseñar. Una cosa son mis disposiciones base, el modo en el que se han desarrollado mis distintas facultades anímicas, mi tipología, y otra muy diferente es el rol anquilosado que cimentó toda concepción de mi ser en ellas. Ese rol se mueve bien en un ámbito donde siempre hay justificación para la locura, donde hace sentido no tener sentido por la autoridad que detenta equis o ye trasfondo.