
¡Qué bueno todo esto, querida Mat! ¡Y qué importante contemplar! De ahí surgen a menudo la belleza, la calma, y esa distancia, tan típicamente contemplativa, que muestra, como tan bien viste, primero en el tráfico y luego en ti misma, el hormigueo absurdo, el ir y venir no siempre con dirección, con sentido, a menudo con una prisa totalmente infundada, como un hámster girando la rueda.
Me alegra mucho saber que este ejercicio te dio la serenidad que está llamado a ofrecer cuando se le entra bien, como lo hiciste tú aquí.
No tengo que decir que escribes magníficamente bien y que tus descripciones contemplativas del sur de la ciudad transmiten algo de la la paz y el gozo que debiste sentir ante la presencia de las montañas y el aire cristalino. Que no quede aquí.