
Hermana, 53 años conociéndonos y nunca me hubiera imaginado ese espectro tuyo… te voy a regalar las palabras que Minervino dijo a Atilana:
“Cuando joven le oí decir a mi tío Aquilino que a un hombre se le adivina el oficio si se le observa con detenimiento… Mire, Minervino, haga la prueba, vaya a Margarita o La Guaira o Puerto la Cruz, donde haya mar, y vea los pies desnudos de los que navegan y pescan. Garras. Lo que se dice garras. Un pie que tiene que pasarse la vida buscando la parte sólida de lo que se mueve bajo la quilla es un pie de mar, lo que se dice un pie de mar…”
“Lo mismo pude decir de tus manos, Atilana, aquella tarde de febrero, de aquellas manos, tus manos de tierra: unas manos que cada día surcan la tierra para sembrar la semilla, del fruto que mañana le dará de comer, son unas manos de tierra, Atilana. Tus manos de tierra”
Mary, tus manos de letras, sapiencia, sabiduría, de constancia, amor, solidaridad, de compromiso, Mary, hermana amada.
“Llegué a Aguanegra. Llegué al refugio de abejas. Fui hasta la colmena. Las abejas salían de la colmena y volvían. Salían y volvían. Recogían polen y néctar. El néctar lo convertían en miel y el polen sería alimento para otros insectos. Era un trabajo meticuloso y pacífico. Ordenado. Espontáneo. Heredado. Como el tuyo, Atilana”.
Como el tuyo, hermana, lleno de amor, de compromiso, ordenado, espontáneo, heredado.