
Qué fuerte, qué duro. Para todos. Es la viva prueba de que, si no hacemos consciente lo que nos hicieron, terminamos repitiéndolo. En el caso de tu papá, no es sólo que fue abandonado, es que fue también criado “aparte”, denostado, humillado, y esto es lo que él hizo con tu hermana, de modo totalmente inconsciente (qué cierta la tesis platónica de que el mal es ignorancia, es decir, inconsciencia). A veces los años, o la llegada de una nueva generación, como es el caso con tu sobrino, abren los ojos y todo cambia. Quizá tu papá esté ahora en mejores condiciones de reconocer sus yerros y, del otro lado, está claro que el reto para tu hermana es poder perdonar algún día, algo que también toma tiempo. Pero no puedo dejar de preguntarme qué, de todo esto, les toca a tu hermano y a ti, que aparecen aquí como testigos de todas estas injusticias. ¿Cómo les afectó a ustedes o, en todo caso, a ti? ¿Qué diría esa otra primera persona si tuviera que decir algo más allá del preámbulo o la explicación? ¿Cómo afectó todo esto la relación con la autoridad, con las mujeres en general, etcétera?