
No eres la primera persona que experimenta dificultades con este ejercicio y alguna vez pensé en hacer algo para aclararlo, quizá darle mayor precisión al concepto de espectro, pero me he dado cuenta de que esa ambigüedad promueve algo importante, una especie de disposición a investigar, una suerte de apertura ante el hecho de no tener claro qué pueda ser esto de los espectros. Sin embargo, creo que la mayor dificultad del ejercicio es la resistencia a investigar estas cosas, tal y como, en el marco terapéutico, hay resistencia y negación a profundizar en ciertos asuntos.
Especularé un poco, Paty, en torno a lo que te ha sucedido.
Si dar por hecho es parte del espectro (me parece a mí que es apenas la punta del iceberg), quizá la propia ambigüedad del concepto, la falta de claridad acerca de qué pudiera ser un espectro y qué se esperaba que hicieras, vino a contradecir a este espectro llamado “dar por hecho”, pues no podías dar por hecho qué era un espectro (sé que suena a trabalenguas). Entonces, tuviste que habértelas con el no-saber, que es quizá la realidad más real, pues no sabemos nada, y así, cuando vino a ti, a tu mente, la frase sobre el parque, sobre ese saber rotundo que te permitiría ejercer un DOMINIO topográfico absoluto, algo en ti se quebró, en el mejor sentido, algo se reblandeció, el no-saber se abrió paso a mares y, en lugar de DOMINARTE, hiciste o más bien fuiste hecha por algo de mucho mayor trascendencia: conseguiste ENTREGARTE, entregarte por completo al llanto. ¡Qué delicia y qué gesto tan profundamente saludable!
Hasta donde veo, este dar por hecho las cosas, aparte del efecto que podría tener en relación a eliminar curiosidades, asombros, sorpresas, es un intento de controlar (lo que no puede controlarse) y este intento se origina en el miedo. Nos afanamos en controlar lo externo cuando tenemos miedo. Entonces obstruimos el sentir. ¿No será, a fin de cuentas, miedo a sentir? Observa esta frase tuya: “Decidí dejar la comprensión e irme a mis sensaciones”. Aquí fue cuando empezó todo: cuando abandonaste el afán de saber-controlar-dominar, para poder sentir. Quizá estabas profundamente triste a causa del accidente que te ha impedido tocar la guitarra, pero habías dado por hecho que… ¿qué? ¿Qué habías dado por hecho? Algo que te permitiría, tal vez, dominar esa tristeza, sofocarla. Soltaste esto y la tristeza surgió a raudales. Y en eso consiste la posibilidad de una vida plena y palpitante: en poder estar en total contacto con lo que es y dejarlo ser y atravesarlo.
Te felicito por la valentía y la honestidad con que hiciste este ejercicio. Espero que mis especulaciones no estén demasiado descaminadas.