
Lo dices con mucha claridad, Karina: “los pensamientos casi siempre son peores que los hechos”. Parece una frase dicha por Epicteto (“Los hombres no se ven perturbados por las cosas, sino por las opiniones sobre las cosas”). Esto es real. También es real que el dolor fatiga, que es dispreferido, y que los grados de esta “dispreferencia” varían cada día de acuerdo con una multiplicidad de condiciones. Es importante estar consciente de esto, como sin duda lo estás.
Ahora bien, si el dolor comenzó cuando murió tu hermano, entonces parece ser que el origen de este dolor fue el impacto psicológico (el dolor psicológico) que te causó esta muerte. Me pregunto si la posibilidad de liberar este dolor no tiene que ver, entonces, con infiltrartse en la psyché, la psique, la mente, más que en el cuerpo, aun cuando el dolor haya sido somatizado. Digo esto porque los tratamientos que refieres apuntan al síntoma físico, pero el origen del dolor, tal como tú lo pones aquí, está claramente en otro “lugar”, en un espacio afectivo. Sospecho que podrías llegar lejos si investigas por ese lado en un marco terapéutico, con alguien competente para acompañarte en el proceso.