
Creo que aquí te estás acercando más al corazón del asunto: ¿cuál es la fuente última de esta sobreexigencia sobre ti mismo? Mira esto con total claridad, sin contarte historias ni enredarte en conceptos sofisticados. ¿Qué buscas con este esfuerzo que tú mismo adivinas excesivo y que se relaciona con el título de tu publicación anterior, es decir, con el deber? ¿Deber hacia qué o quién? ¿La aprobación de qué o quién (y esto es algo simbólico) está en juego aquí al punto de estresarte y restarle gozo a tu actividad docente? ¿Por qué el gozo y el placer deberían estar en otra parte y no aquí?
No se trata de forzarse, voluntariamente, a “no angustiarse demasiado por las cosas”; se trata de que puedas comprender el origen de esa angustia y disolverlo. Las preguntas anteriores buscan encaminar tu reflexión en ese sentido.