
Lo que encuentro en el texto es que has hablado más de tus sentimientos, de tu profundo amor por tu mamá, de tu gratitud, que de ella misma.
La parte de las manos es muy bella, y a través de sus manos describes de manera concisa cómo ha sido tu mamá, qué le ha tocado hacer, pues las manos son la parte hacedora del cuerpo y tu madre era, entre otras cosas, por lo que se deja ver, una hacedora.
Echas en falta caricias o abrazos, precisamente de esas manos y brazos, y tu proverbial capacidad empática aparece aquí también, comprendes sus circunstancias, incluso cuando eran adversas a ti. Pero llenas, por así decir, las lagunas de tu pasado con tu propio amor, que asocias a tu madre. En esto consiste ser un adulto, una adulta, y no siempre sucede, más allá de los años que alguien tenga. Hay personas que siguen “en falta”, incapaces de lidiar con sus agujeros, sus carencias, recriminando el pasado o utilizándolo para justificar sus deficiencias presentes. Tú no haces eso, no hay reproches, no hay cuentas pendientes, todo ha sido comprendido y perdonado. Eso es bello. Pero es más de ti que de ella de quien estás hablando y confieso que me quedo con las ganas de saber un poco más de tu mamá que aparece velada detrás de esta efusiva manifestación de amor.