
El texto y lo que en él se cuenta son magníficos, porque, en pocos trazos, y de manera elegante, das una semblanza de tu linaje paterno, de las coincidencias nominales, de temperamento y de elección de pareja, para llegar, en la segunda mitad, a la relación con tu padre, máxima tensión dramática, que se distiende, vital y literariamente, en esa maravillosa alquimia capaz de transformar el llanto en risa, la tragedia en comedia, el desamor en amor.
Es interesante que, en el instante alquímico, haya habido un hombre por testigo, tu amigo suizo, y que tu hijo sea un hombre. Quizá dos hombres capaces de escuchar amorosamente a una mujer y acompañarla, a diferencia de los otros hombres que refiere el texto. Eso también es en cierto modo una alquimia en tu relación con los varones.
Además de estar muy bien escrito, con fuerza, contundencia y precisión, es un texto valioso por el proceso que relata. Las líneas finales rematan muy bien.