
Aventar las furias/erinias al lago no quiere decir hacerlas a un lado; al contrario, es, dicho en términos un poco junguianos, integrarlas, porque sólo de este modo pueden eventualmente disolverse. Aunque quizá no quieras tú disolverlas, pues algo, parece, te proporcionan. ¿Qué? ¿Identidad? ¿Sensación de fuerza? Pero al mismo tiempo, por lo que se deja leer, las tres son variantes aversivas, mujeres de juicio severo, castigadoras, sentenciosas. ¿Qué paz puede haber aquí?
¿Quién es culpable de qué? ¿Y por qué existe, con sus tres variantes, este juicio, esta reprobación que exige desvelo, recriminación, venganza?
Si hay culpables, ¿das la oportunidad de reparar el daño? Y si tú te sientes culpable, ¿sirve de algo? La culpa es de los sentimientos más estériles, porque no repara. Lo que repara es la responsabilidad, responder-por (por el daño causado). En el momento en que la responsabilidad deja atrás a la culpa, en el momento en que se inicia el MOVIMIENTO con vistas a reparar, todo lo anterior se disuelve naturalmente en ese lago.
El primer paso ya lo has dado: es reconocer estos espectros, en lugar de ocultarlos. Reconocer la sombre en lugar de negarla. Esto es ya comenzar a integrar.