
¿Falta algo aquí y ahora? Esta es una pregunta importante que suele hacerse en la tradición del budismo zen. ¿Falta algo en este preciso instante? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué?
¿Falta, aquí y ahora, logro? ¿Qué logro? ¿Con qué fin?
¿Falta virilidad? ¿Falta femenina receptividad? ¿Para qué?
¿Falta orden? ¿Dónde?
En un sentido muy concreto, el estar presente, plenamente presente, hasta donde sea posible, es apertura más que clausura. Apertura a lo que es, a lo que toca, tal como es, tal como toca, sin voluntad de manipular nada ni hacer algo con ello. Aceptarlo, no por una pasiva resignación, sino por el simple hecho de su ser-así: dejar ser. Quizá en esto estribe la alquimia, que creo entrever en tus palabras, del nudo al umbral. ¿Cómo se deshacen los nudos? Y sobre todo, ¿cómo se HACEN los nudos? ¿Qué son? Tengo para mí que sólo son condicionamientos; deshacerlos es romper el condicionamiento. Te enviaré un texto, por otro medio, sobre este asunto. Quizá te sea de ayuda.
La idea de umbral es fecunda: todo instante es, quizá, un umbral, una posible salida, pero no en calidad de fuga, sino, paradójicamente, en calidad de entrada. Un umbral para entrar a ese no-lugar donde nada falta y nada queda por hacer:
“Quien practica el Sentido (Tao)
lo ve reducirse cada día.
Se va reduciendo y reduciendo,
hasta llegar al No-hacer.
No hace nada, y nada se queda sin hacer”.
TAO TE KING, XLVIII