
Qué linda historia. Me quedo con ganas de saber más de tu abuela. ¿Su nombre original era Emilia o tenía un nombre árabe? ¿Qué otras costumbres traía del Líbano? Es interesante cómo algunos ancestros se nos quedan, como dices en relación a la moneda, pegados en el ADN de un modo peculiar. A mí me pasó con mi abuelo materno, un hombre sumamente amargo, con una historia trágica a cuestas, y con el que no tuve una relación tan estrecha en vida, pero que, una vez muerto, me ha acompañado de una manera inexplicablemente cercana. Tengo la impresión de que, lo mismo que tú con tu novela, me toca a mí reivindicarlo en cierto modo, convertir quizá sus amarguras en horizontes más luminosos. En fin, Mat, que he disfrutado de leer sobre tu abuela y sobre ti.