
Tu texto me resulta bello y triste, sensible y melancólico. ¿Cómo no estar de acuerdo con tu idea de la humanidad a la luz de los tiempos? Pero es cierto que tú y yo y cada ser humano tenemos la auténtica posibilidad de romper la cadena de necios y tontos, siquiera en la proporción que a cada quien le toca.
EL dolor es a menudo el gran maestro, el dolor por los errores cometidos, el dolor por lo que otros nos hacen, y es cierto, no se precisa demasiado, sólo una ermita como la que al parecer tienes ahora y la firme determinación de dejar atrás la aflicción.
¿Cuándo se supera un duelo? Cuando el lamento por lo que se perdió se convierte en gratitud por lo que se tuvo. No digo que esto sea fácil, desde luego que no lo es, pero me parece conveniente saber hacia dónde apuntar.
En el Hexagrama del I Ching titulado “La restricción”, una de las líneas, si mal no recuerdo, dice que, pese a que es propicia la restricción, uno no debe someterse a una restricción “demasiado amarga”. Digo esto porque da la impresión de que te estás sometiendo a un ascetismo severo y eso puede ocasionar también sufrimiento. Si la cuerda de una lira está demasiado laxa, no suena; pero si está demasiado tensa, se rompe.