
No tienes por qué disculparte. Cada ejercicio pone en juego un proceso singular, con su propia temporalidad, y si éste ha hecho que te tomaras mayor tiempo para escribir, así debe ser.
Antes de comenzar el comentario del texto, en relación a tu preámbulo, quisiera decir los siguiente. La vergüenza, se ha dicho en distintos lugares, es un sentimiento moral importante. ¿Por qué? Hasta donde veo, porque para llegar a tener vergüenza de algo, es preciso tomar consciencia del daño, del dolor de otra persona, y esto en sí mismo es un ejercicio de compasión fundamental. En este sentido, la vergüenza puede verse como el efecto de un profundo reconocimiento del dolor de otras personas. Lo que procede, cuando las condiciones lo admiten, es, por supuesto, reparar el daño. Pero es cierto que a veces las condiciones simplemente no permiten hacer nada, porque cualquier movimiento sólo empeora las cosas. ¿Qué cabe en esos casos? Tengo la impresión de que, quizá, en estas situaciones vergonzosas, dolorosas que refieres, falta aún por hacer un ejercicio de compasión fundamental: la compasión hacia ti mismo; no, claro, en el sentido de una autocompasión lastimera, sino en un sentido mucho más importante que estriba en poder COMPRENDER LAS CONDICIONES que te condujeron en aquel momento a hacer lo que hiciste y a ver que, cualquier otra persona, en esas exactas condiciones, habría procedido de modo similar.
Somos, en cada instante, el encuentro de una miríada de condiciones; comprenderlas como las comprenderías para una tercera persona -lo que, por otro lado, no es totalmente inexacto, puesto que el que fuiste es en cierto modo una tercera persona con respecto al que eres-, poder observarlas y asumir profundamente el compromiso de no reproducir esas condiciones y sus efectos, eso es lo que quizá falta en el ejercicio de empatizar que te paralizó por semanas. ¿Qué caso tiene heredar una culpa a lo largo del tiempo, cuando tienes, a la vez, la posibilidad de reparar contigo mismo y restablecer tu inexpugnable inocencia?
En cuanto al texto, me pareció muy logrado el trabajo con los puntos de vista. Cada uno tiene razones muy persuasivas para defender su posición y es interesante ver cómo lo que, desde una perspectiva, suena tan sensato, visto desde otra, trastabilla. Es un acierto que hayas dejado al denostado “Quetzalcóatl” para el final, después de haber recibido tanta hostilidad de los otros interlocutores, pues eso, entre otras cosas, hizo brillas más su posición.
Muy buen texto. Tienes indudables condiciones para escribir.