
Perdón, Sandra, apenas ahora veo este texto. No sé por qué se me haya traspapelado.
Rescato, en primer lugar, un cierto humor en los nombres de los espectros-ratones.
Habiendo leído ya tu último y penúltimo ejercicio, aquí veo con claridad estos espectros del miedo y la tristeza. Los dos afectos comparten algo: la suposición relativa a un mal; en el caso del miedo, es un mal futuro, en el de la tristeza, un mal presente. Por supuesto, ambos están íntimamente relacionados, pues la perspectiva de tener males en el horizonte empaña el presente y, por así decir, no lo deja “respirar”; entonces sobreviene la huida al pasado. O quizá la huida sea, de suyo, la que deja desprotegido el presente.
La gran pregunta aquí es dónde está el gato y qué o quién es ese gato. ¿Por qué está tan ausente? ¿Acaso no es su PRESENCIA lo que disiparía la llegada de estos indeseables visitantes? En suma, quizá haya que traer al gato, convocarlo. Creo que puedo ayudarte con eso si deseas iniciar un proceso más allá de este taller.
Reitero mis disculpas por haber leído tarde este texto, no sé bien cómo fue que se me pasó.