
¿Cómo puede algo herir si no te identificas con ello? Si algo te hiere (en sentido moral, no físico) es porque juzgas, así esto sea totalmente inconsciente, que tu identidad, algo de ti, está ahí. Y si esto es así es porque hay un reflejo que se ve envuelto en ello. De otro modo, sería un golpe que te pasa por el costado o un golpe que te atraviesa, sólo que tú eres, por así decir, transparente: tu YO no se ve envuelto en eso. Por lo tanto, si hay herida, quizá convenga considerar que hay también algo reflejado en ese juego de espejos.
¿Sería en tu caso “una” musa? ¿Sería una figura masculina? ¿O es que la inspiración proviene de algo que está incluso más allá de una figura o una forma, y estar inspirado/a es precisamente darle cauce a la no-forma, a su brotar incesante, de tal modo que en esa manifestación de lo que está más allá de la forma surgen formas de un orden peculiar que eventualmente llamamos bellas?
La impotencia de no poder obrar en favor de las personas que amamos, ¿cómo no entender esto? Y aun así, asumir cabalmente la impotencia es también un descanso. Sufrimos mientras no aceptamos que no podemos. Sobre todo: ¿sufrimos por los otros o por nuestra impotencia o por ambas cosas en pie de igualdad?
Efectivamente, no es la distancia (no es el espacio), sino la espera y la espera abre un arco de tiempo. Pero qué es la espera, en el sentido de una ávida espera, de una espera impaciente. Lo que sucede allí es que la ilusión de un bien por venir desluce el momento presente, haciéndolo aparecer como menesteroso o incompleto, porque falta lo que se espera y aún no llega. Pero esto es una completa ilusión de la mente. ¿Falta algo ahora? Decir que falta algo significa asumir radicalmente que algo NECESARIO no está aquí. ¿Pero es esto así? ¿Estás muriendo de hambre, sed o frío? ¿O de auténtica soledad o desamor? Cuando estamos enraizados no falta nada. Y aunque es posible que deseemos algo que, se supone, aparecerá en un momento posterior, el bien de ese algo, el valor que le concedo, nunca puede ser superior a esto que es lo único real: el momento presente. Cuando eso sucede, cuando perdemos la raíz por un supuesto bien por venir, esto indica que no estamos bien enraizados y que buscamos hacer raíz en algo externo, lo que es de suyo imposible y causa de grandes frustraciones. E incertidumbres.