
Agradezco todas tus retroalimentaciones. Las he leído y vuelto a leer. Hasta hoy llega a mi la voluntad y el deseo juntos por contestar algo. Cuando pienso en la noción de las muñecas rusas, matrioskas? Matrushkas?…en fin, todas las capas de las ventanas, las capas de las luces de una puesta en escena, reconozco en ello que mi sensación de la vida en este momento es mucho así. La necesidad de quitar las capas de cualquier cosa que esté entre el amor de esa vela y yo. Y supongo que tiene todo que ver con mi percepción de lo vivo y lo muerto, de la manera en la que lo material me parece tantas veces muerto. No he logrado conectarme con la vida de las cosas y sus historias, sus orígenes. En un mundo tan materializado en el sentido más estricto de la palabra, no sólo en el sentido de un sistema económico o social, encuentro muy difícil “escarbar” entre las capas (las propias y las ajenas) para percibir esas tres hojas, la hermosa luz de esa vela. Yo misma soy materia y tengo que hacer paces con ello. Por mucho que disfruto las sensaciones de la piel, la sexualidad, el movimiento de la danza, los olores de las frutas, de mis hijos, la belleza de un beso, sigo sintiendo que el amor viene de otro lugar y al mismo tiempo entiendo que para que todo aquello sea percibido como bello el amor tiene que estar presente. Aún así tengo la impresión de que las más grandes batallas, siempre ocurren en lo intangible, en lo inmaterial.
Recibe saludos afectuosos y llenos de gratitud.