
Me parece interesante que tú misma te hayas detenido a contemplar lo que habías escrito antes y hayas encontrado el sentido de la tierra, la raíz, el arraigo, el vínculo parental (o filial). A mí se me pasó por alto esto mientras leía los primeros dos párrafos. Me daba la impresión de que estabas de algún modo explorando una mirada cándida, objetiva sin pretensión de objetividad, tanteando el asombro por las minucias. Pero, desde luego, tu observación es muy certera y, como parte de lo que señalas, yo destacaría también la nutrición: alimentar y ser alimentado, tener un lugar donde abrevar.
También es interesante que, siendo el asunto central de tu texto la cuestión del vínculo y el arraigo, no te hayas arraigado a una misma ventana, sino que te hayas ido a mirar a través de otra. ¿Por qué esto? La regla no es importante, lo importante es qué te movió a “necesitar” moverte o qué te impidió persistir, si es que hay algo de esto en tu movimiento.
Mirarlo todo sin dualidad. Iluminación, satori, epifanía, gnosis… Tal vez ahí esté la raíz última, el vínculo fundamental, la nutrición inagotable.