
Observo una tensión más o menos constante entre una especie de zozobra en los abismos del sinsentido, la sensación de una repetición quizá fastidiosa y el deseo de salirse de ahí, de distraerse con las cosas del mundo, las noticias, tal vez la posibilidad de un romance. A esta zozobra se le opone lo inconmovible, el fundamento, el Sentido (Tao, Dios, etc.), que tú encuentras a través de la Tierra, como suelo, como pertenencia, como madre nutricia, como espacio para la colectividad. Entonces elevas una plegaria hacia el final del cuarto día y eso es, me parece, el gesto más hermoso del texto: la plegaria sincera, sentida, adolorida, perpleja; una plegaria así nunca es desatendida.
Pero, es cierto, en la tensión en que te encuentras la paciencia es indispensable; la paciencia y la persistencia. Y la fe, sin duda, la fe sincera, la fe que abre a esa voz más profunda (que quizá sea el silencio) y que eventualmente acalla las otras voces.
Conceptos fundamentales:
* Paciencia y persistencia.
* Claridad de propósito y continuidad de propósito.
* El poder de la plegaria (a veces, el poder de las lágrimas).