
Es muy grato leer una prosa tan rica, tan cultivada, con tantos registros: descripciones, reflexiones, recuerdos, momentos poéticos. No hay duda de que la escritura como tal funciona en tu caso como una gran ventana y puedo muy bien creer que te salva tener una pluma y un cuaderno para escribir. No solo a ti.
¿Qué es una ventana? Decimos a veces que los sentidos son como nuestras ventanas al mundo. Hay un adentro y un afuera y un hueco más o menos transparente que parece conectar estas dos dimensiones. ¿Son reales? Sí. ¿Son reales? ¡No! Reales en un sentido convencional y demasiado introyectado como para poder ver más allá de eso; irreales en cuanto a la verdad última. La cucaracha que matas y tú, el vecino que lava trastes y tú, los esposos infieles y tú, incluso las suculentas que el sol alumbra y nutre y tú, ¿dónde termina uno y empieza el otro? Creemos, y tenemos excelentes razones para hacerlo, que estamos separados, pero eso sencillamente no es así. “Nadie termina en uno mismo”, dijo, palabras más, palabras menos, Octavio Paz y es muy cierto. Es lo que el budismo concibe como interdependencia o surgimiento en dependencia, o en la versión de Thich Nhat Hanh, “interser”. En tu texto se siente fuertemente, en todo caso yo lo siento, una sensación de estar separada, de aislamiento, y esta es una fuente segura de dolor. Pero es precisamente el dolor, el malestar (dhukkha) lo que hace que, por encima o por debajo de inclinaciones y condiciones convencionales, todos seamos aproximadamente iguales. También el esposo inifiel sufre, es frágil, lo mismo que la persona que escucha regetón, aunque no te guste (ni a mí) y esa dimensión, ver la comunidad de lo humano a partir de la compasión, nos abre al mundo y en cierto modo echa por tierra la frontera de cualquier ventana, de tal modo que, más allá de mirar a través de la ventana, podemos traspasarla y tocar algo más profundo, algo de lo que participa incluso la cucaracha por el solo hecho de tener sensibilidad. ¿Cuál es la ventana que tenemos que mirar para poder disolver las fronteras, todas las fronteras, incluso las que nos separan de lo que queremos y no tenemos actualmente?
Dicho esto, reitero que es un placer leerte y asistir a los paisajes de tu muy buena pluma. No dejes de escribir, Ana.