
Cierras este taller con un gran texto, Ana. Es denso, poético, polifónico, con voces tuyas en personas diversas (primera, tercera, tal vez segunda) y voces de canciones y de escritoras (también, curiosamente, sudamericanas). Logras en pocos trazos, con hábiles elipsis (decía Hemingway que lo más importante no debe decirse nunca en un buen cuento), dar una estampa de tu vida, tal como la ves ahora hacia el pasado y hacia el futuro. Y hay esperanza en el porvenir, lo que es alentador.
Me perdí en algo que intuyo que es central y es el pasaje en que hablas de una especie de binomio padre-hija. Esa fusión parece sumamente problemática, pero no alancé a entender lo que quisiste decir allí. En todo caso, parece que allí está el preludio de un fin de ciclo muy significativo. Y es, quizá, el albor de la sabiduría que proyectas para tu invierno.
Como decía María Sabina: el que tiene fe se cura; el que no, no.
Tienes fe. Ése, además de una sensibilidad profunda y un gran talento con las palabras y seguramente más cosas que desconozco, es tu gran tesoro.
Gracias por participar en este taller con tanta apertura, tanta profundidad, tanta sensibilidad. Me honra haber podido acompañarte en el magnífico proceso que has hecho.