
Aprecio mucho la apertura con que has escrito este texto. Aunque parezca extraño, el estoicismo (como, en general, las tradiciones de sabiduría primordial) no es otra cosa que una guía para abrir el corazón y la invulnerabilidad estoica estriba, toda ella, en un corazón totalmente abierto, a diferencia de la idea popular sobre los estoicos. Pero no quiero por el momento abundar en esto, solo enfatizar la importancia y destacarlo en tu texto.
De manera similar, la auto-severidad, que podría parecer también típicamente estoica, es contraria al espíritu del estoicismo. Recuerda aquel texto de Séneca, sobre el examen vespertino, y la gentileza con que él se permite revisarse, sin ocultarse nada, pero sin condenarse. Condenarse (o su contrario, evanescerse), genera afectos de segundo orden que son más difíciles de desanudar: tener miedo de tener miedo, enojarse por estar enojado, etc. La disposición que conviene, a la hora de examinarse, es la de una observación atenta, curiosa, como la del científico o el poeta, CUYO “ÉXITO” NO RADICA EN CONSTATAR QUE UNO ES UN VIRTUOSO CONSUMADO, SINO EN APRENDER. Procura ser riguroso en la observación, es decir, exhaustivo, pero no en el juicio. Al juzgarte, clausuras una perspectiva lúcida, pues te identificas con algo: Yo SOY X. Y esto es invariablemente falso. Tú no eres lo que un juicio momentáneo dice de ti. El juicio, en todo caso, debe estar del lado de lo que depende de ti en ese momento, que es estar examinándote.
En cuanto al problema de adicción de tu hijo, también en esto vale la distinción maestra. Si has hecho lo que estaba en tus manos, exhaustivamente, has de poder descansar en eso. Desde luego que es doloroso ver los obstáculos, tropiezos y yerros de nuestros hijos, pero es de mucho mayor ayuda si nosotros podemos acompañarlos con serenidad que con aprehensión. Ellos tienen sus propios desafíos, su propio rompecabezas y solo podemos acompañarlos en eso; sería un gran error querer resolver lo que les compete solo a ellos (y en cuya resolución estriba también su propio crecimiento). La culpa nunca es de ayuda; la responsabilidad, responder-por, eso es lo que repara, en el peor de los casos, a uno mismo.
Me alegra mucho saber que te gustó el material. Muchísimas gracias por dejármelo saber. Sigo por aquí, Daniel.