
Me alegra mucho leer que estás aplicando las ideas del curso con provecho. El mayor antídoto para la ira es la compasión. Hay muchos malos entendidos en relación a este concepto, que en budismo es fundamental y que no tiene nada que ver con sentir lástima, porque en la lástima hay un sentimiento de superioridad moral, mientras que en la compasión tú y yo estamos exactamente en el mismo nivel: comprendo que sufres, sé bien de qué se trata, pues sé lo que es sufrir y, por debajo incluso de lo que en principio pudieran parecer asuntos “personales” (en último caso, nada es nunca personal), comportamientos ásperos, puedo ver ese dolor y conectarme con él desde una disposición empática, como mencionas en relación a tu profesión, cálida sin ser excesiva y abrir la posibilidad de un espacio de profunda humanidad. Seguramente ha sido esto lo que ha determinado la buena respuesta de tu hijo. Hay varios protocolos de comunicación no-violenta, que se fundan en la compasión (Karuna) y que son extraordinariamente eficaces cuando uno es perseverante. La clave ahí es no perder de vista el propósito.
Los estoicos rechazan la idea de la com-pasion como sufrir con el otro, lo mismo que el budismo, porque no se trata de engancharse, sino de comprender y relacionarse desde esa comprensión. Verás en la última semana del curso que los deseos benevolentes y el papel que le atribuye el estoicismo a la naturaleza humana es fundamentalmente comunitario y que hay ahí una inmensa fuente de satisfacción.
Pero todo comienza con DETENER, es el prerrequisito para ver claro y para poder pasar de los asentimientos mecánicos a la compasión, es decir, al amor. ¿Hay algo más importante que esto?
¡Santa Fe! No tengo el gusto de conocer tu tierra, pero siento un gran amor por Argentina, por su tradición literaria, sus músicos y por supuesto, su grandioso fútbol. ¡Vamo’ vamo’!
Un saludo afectuoso.