
La situación que elegiste es, por supuesto, tremenda, tiene una carga dramática enorme y, por lo tanto, enormes posibilidades. Encuentro que la introducción está muy bien, escrita con sencillez, claridad, belleza y un cierto candor, como el que podía haber tenido Daniela en sus años de pubertad. No sé si te sentiste limitada por la extensión máxima del texto, pero creo que se puede trabajar un poco la transición entre esta introducción lograda y la escena de la reunión familiar (el ambiente, la tensión en los rostros, los silencios, el entusiasmo de un lado y el nerviosismo del otro, etc.). Yo creo que no anticiparía la posición que va a tomar Rodrigo antes de la escena, sino que la daría cuando le toca hablar, porque eso tiene un efecto sorpresivo.
Las posiciones de cada personaje están bien, pero me parece que el modo de referirlas es quizá un poco breve y expeditivo, y tienes aquí la posibilidad de profundizar un poco más. Quizá el padre, en su inflexibilidad, puede ir más lejos, manifestar sus miedos, y en particular Rodrigo, el personaje más difícil de comprender (quizá para ti misma), el que ha prometido amor y se ha mostrado entusiasta y valiente, y luego, por así decir, huye, sin dar mayores argumentos… Creo que en particular Rodrigo es el personaje al que habría que trabajar más, el gran enigma en cuya piel es preciso meterse, abundar en sus temores, en su orgullo, en su inmadurez.
Fuera de esto, creo que el texto está muy bien, la situación es muy interesante y cierra de manera armoniosa. Lo anterior, y en particular lo que toca a Rodrigo, lo menciono aquí porque la escritura tiene el inmenso potencial, casi chamánico, de hacer que uno se meta en la piel de un personaje y, cuando logramos eso con los personajes de nuestra vida, alcanzamos un estado de comprensión (y un estado del corazón) sumamente valioso: la compasión. Si somos capaces de comprender profundamente a los otros, incluso a los que nos dañan, entonces estamos más allá de las heridas, nos elevamos, somos cabalmente humanos. Esto es lo que busca (subrepticiamente) el ejercicio. Creo que lo has rozado, sin duda lo has hecho, pero que puedes ir un poquito más lejos, con Rodrigo y quizá también con el padre (en suma, con los varones de la historia).