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  • #13531
    LauraR
    Participante

    Nací y crecí en la ciudad de México. Mi infancia fue genial. Salíamos constantemente de vacaciones y estudiaba todo el tiempo. Aprendí a realizar diseños digitales, a pintar en acuarela y óleo, leía cuentos e historias fantásticas, clásicos y no tan clásicos, inventaba historias con mi mejor amiga en la primaria y secundaria. Inventamos un lenguaje de señas para comunicarnos entre clases y también ocupábamos códigos secretos para escribirnos mensajes en un cuaderno. Fui muy creativa desde mi infancia, dibujando en mis tiempos libres e inventando historias con mis personajes favoritos. Jugaba con mi prima, ella era como mi hermana y jugábamos a ser hechiceras. Amaba todo tipo de animaciones y atender a la linealidad de las historias. Además, me encantaba cocinar. Mi hermano y yo fuimos educados igual y nunca entendimos la desigualdad de género. Por otra parte, yo siempre dependí mucho de los demás para tomar decisiones. Era una persona tímida y no hice muchos amigos.
    Luego llegó mi adolescencia, mi mejor amiga se mudó a otra escuela y a otro vecindario. Nos vimos poco y ella la pasó mal. Fueron días de conflicto, gritos y peleas, para mí también. Pero aprendí a que sólo eran eso, gritos y escándalos y cosas ridículas, y mejor me dedicaba a mis cosas. Salí de la preparatoria y me decidí a estudiar filosofía, por necesidad personal, por deseo interior. La pasé de maravilla. La universidad fue un tiempo de soledad personal y retiro, a veces sentía que me había vuelto loca, pero pude terminar la misión. A ser sincera, pocas veces me imaginé siendo investigadora o escritora, pero tenía que terminar la carrera. Además, confiaba en lo que la filosofía me brindaba y en mi habilidad para hacer de ello algo útil, además pude hacerme de destrezas únicas, aprendí a apreciar la vida, el goce estético, la vida cultural y, lo mejor, la vida del conocimiento, el pensar y las creencias siendo parte de la existencia humana. Y me hice super inteligente y práctica.
    Habiendo terminado mis estudios, yo sabía que sería maestra de algo y, me dije, de inglés podría empezar porque me daría solvencia económica suficiente para vivir y no tener conflictos familiares. Además, todos admiran a un maestro alguna vez en su vida y yo adoré a todas mis maestras del colegio y a todos mis profesores de la universidad. Y, además, quería ayudar a las personas a quitarse el miedo a ir a afrontar las cosas, para encontrar una solución a sus malestares y conflictos personales, porque el conocimiento da esa comodidad y, siendo maestro, uno ayuda a muchas personas. Mis opciones no eran muy amplias, así que me decidí por dar clases de inglés, además mi maestra de inglés siempre fue la más cool, y era muy agradable su clase y la que, a mi parecer, rendía más provecho, porque mi nivel era decente, y todos lo necesitaban. Dí clases por tres años en una escuela de inglés, Me divertí muchísimo, siempre inventaba juegos y preguntaba todo lo que se me ocurría, conocí la historia de muchos y aprendí lo muy distinta que puede ser la vida de los demás, sus gustos y costumbres… pero luego, llegó el coronavirus y empecé a dar clases por mi cuenta, y por fin pude renunciar, pues ya el lugar me quedaba chico y alguien podía aprovecharlo mejor.
    Me tomó muy poco tiempo formar un método para dar clases por mi cuenta y duré muy poco impartiendo sólo inglés. Me mudé varias veces mientras me dedicaba a dar clases en línea para por fin encontrar dónde vivir. Pude ayudar a las personas en mi vecindario e hice muchos amigos por todas partes. Después de una maestría en línea, por fin, pude abrir un centro de clases muy muy económicas para a los niños y adultos para aprender lo básico, a usar el internet y cosas por el estilo. Me dediqué a estudiar sobre modos de vida auto sustentable y diseño de negocios rentables. Pude preparar a personas para dar clases de inglés y para difundir sus planes. Así fue por mucho mucho tiempo.
    Llegaron varias pandemias y tuvimos que quedarnos en casa muchas veces por varios años. A veces escaseaban los recursos y hacía mucho calor, pero comimos pescado todo el tiempo, y hubo muchos vendedores de huertos locales, y siempre hubo cosas qué hacer. Cuando menos pensé, me hice ancianita. Me dolían todos los huesos y las piernas y no podía caminar mucho, así que sólo di cursos de escritura creativa en casa, inspirados en los libros que escribí y toda la literatura fantástica que leí en mi tiempo libre. Luego ya no podía ver bien y me dediqué a hacer las cosas de la vida diaria muy muy lento, hasta que un día ya no desperté. Nunca aprendí japonés porque era muy difícil y ellos demasiado conservadores y fastidiosos. Todas mis cosas y pertenencias fueron donadas a la caridad local. Fin.

    #13552
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Lo que dije sobre el texto anterior vale también para éste: es hermoso, generoso, lleno de ternura y humanidad, y con pinceladas de humor (lo de los japoneses me causó mucha gracia). Es curioso, pero, aunque todo lo que dices es, digamos, realista, se respira, no sé muy bien cómo, algo entre fantástico e infantil (en el mejor sentido de la palabra, nada que ver con puerilidad), como si le estuvieras contando tu vida a una nieta o un nieto; quizá es porque la escritura es muy clara, muy sencilla y aun así profunda, como sucede en los cuentos infantiles, que hablan en un lenguaje sencillo de las cosas más importantes (lo mismo sucede en los mitos, que son los relatos elaborados en la infancia de la humanidad, por lo tanto, los que tienen el inconsciente más a flor de piel, es decir, los más profundos). En fin, que me encantó leer esto, que me ayudó a conocerte un poquito más. Se ve a una persona optimista, que confía en la bondad y en sí misma, autodidacta, con gran capacidad para adaptarse a situaciones nuevas y organizarse por sí sola, sin perder el sentido comunitario. Precioso, te felicito por segunda vez en el día, espero no estar siendo empalagoso.

    Me alegra mucho haberte tenido en este curioso proceso. Espero que te haya sido provechoso. Te reitero: no dejes de escribir, tienes muy buenas condiciones. Se lo digo a varias personas que pasan por aquí (no a todas), porque sucede que, aunque el propósito de este taller no es la escritura literaria, a menudo surge esa vena, y es importante cultivarla.

    Por último, si el taller fue provechoso para ti y te nace hacerlo, quisiera pedirte si puedes dejar un review. En la última lección se dice cómo hacerlo. Si lo haces, ten cuidado con las estrellitas azules, cuya cantidad se mueve con solo pasarles el mouse por encima. Asegúrate de que la cantidad de estrellitas represente la calificación que quieres darle al taller.

    ¡Muchísimas gracias por participar!

    #13611
    LauraR
    Participante

    Gracias c: Me alegra mucho que sí haya podido tomar su curso de auto-escritura, me encantó, es una experiencia magnífica, como todas sus clases, a mí me encantan.

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