Carta a mi madre

[Laura Brugnola]

¡Querida madre, hoy es 1 de enero de 2021! Esta mañana Marian me ha enviado una foto tuya. ¡Sigues siendo hermosa y elegante como siempre! A pesar de que el Alzheimer te quitó los recuerdos y tanta vida que ya no puedes vivir, ¡no te ha quitado tu belleza de siempre! ¡Tu sonrisa velada de tristeza e incluso hermosa, tu postura elegante y erguida, te da fuerza y me da fuerza sólo en verte! Tus manos, manos grandes, manos que han trabajado toda una vida… Manos que amasaron el pan, acariciaron a los hijos, cosido, bordado, cuidado, escrito. Manos que han recogido las aceitunas y zapado la tierra, lavado los paños y los pisos. Qué bonitas tus manos, manos dulces, huesudas y un poco tristes…
¡Qué hermosos son tus ojos mamá! Ahora son como los de un recién nacido, no se puede distinguir muy bien el color, pero puedo mirar todo el universo en tus ojos.
¡Mamá, mamá mía, cuánto te quiero! Mamá, estás en mi cuerpo porque yo estaba en el tuyo. Estás en mi mente, ahora la tuya se la ha llevado la enfermedad, pero está de alguna manera presente. Estás en mi corazón y estoy segura de que yo también he estado en el tuyo desde el primer día que nací. Dios mío, cuántos años han pasado… me parece que ha pasado un tiempo larguísimo, es muy larguísimo y sin embargo te siento como si el tiempo no existiera… ¡Así es, no hay tiempo y no hay espacio en el amor y tú eres Amor! Tú eres madre, eres amor puro y límpido. ¡Oh Dios, cuanto aún necesito tu abrazo!, sentirme en tus brazos y mimada como una niña. Sólo quiero decir gracias, gracias por el regalo que me diste dándome la vida. Gracias por el amor que siempre has tenido por todos nosotros y por toda la vida, por las cosas, las plantas, los animales.
Gracias, simplemente gracias por haber estado siempre presente y por estar aún aquí, aunque tu mente esté lejos. Te siento porque estás dentro de mí y es maravilloso tener la certeza de que siempre estarás ahí y estarás en mis hijas y en las hijas de mis hijas en un círculo infinito de amor. He vuelto paso a paso a buscarte en todos los momentos de mi vida e incluso si no estabas físicamente presente, así como no lo estás ahora simplemente porque estás en otro lugar, de todos modos, siempre te he sentido y si a veces no te he sentido ahora entiendo por qué…
Ahora estoy más centrada en mí y puedo sentir y entender incluso cuando te he echado de menos. Pensé que no estabas o que no tenías tiempo y energía para darme un abrazo o una caricia. No importa, ahora las siento todas… Todas las que no recibiste de tu madre porque no sabía, no porque no quisiera… A veces me sentía sola, pensaba que no era amada ni deseada… De hecho, no me daba cuenta, sólo sentía el dolor y la tristeza de la soledad.
Ahora sé que nunca puedo estar sola simplemente porque yo soy yo, yo soy y estoy aquí gracias a ti ¡Amor! Amor, amor para siempre y desde siempre. Amor, somos amor y nunca podemos estar solos porque el amor es infinito… es eterno y sin espacio. Gracias de nuevo mamá por transmitirme la lucidez de comprender que todo es amor. Lo sé gracias a ti. Te quiero hasta el final del mundo

[Gabriel Schutz]

Lo que encuentro en el texto es que has hablado más de tus sentimientos, de tu profundo amor por tu mamá, de tu gratitud, que de ella misma.

La parte de las manos es muy bella, y a través de sus manos describes de manera concisa cómo ha sido tu mamá, qué le ha tocado hacer, pues las manos son la parte hacedora del cuerpo y tu madre era, entre otras cosas, por lo que se deja ver, una hacedora.

Echas en falta caricias o abrazos, precisamente de esas manos y brazos, y tu proverbial capacidad empática aparece aquí también, comprendes sus circunstancias, incluso cuando eran adversas a ti. Pero llenas, por así decir, las lagunas de tu pasado con tu propio amor, que asocias a tu madre. En esto consiste ser un adulto, una adulta, y no siempre sucede, más allá de los años que alguien tenga. Hay personas que siguen “en falta”, incapaces de lidiar con sus agujeros, sus carencias, recriminando el pasado o utilizándolo para justificar sus deficiencias presentes. Tú no haces eso, no hay reproches, no hay cuentas pendientes, todo ha sido comprendido y perdonado. Eso es bello. Pero es más de ti que de ella de quien estás hablando y confieso que me quedo con las ganas de saber un poco más de tu mamá que aparece velada detrás de esta efusiva manifestación de amor.

[Autor]

Entradas