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    Si supiera que es el último día de mi vida creo que no buscaría hacer nada especial como hacer un viaje increíble o lanzarme de un paracaídas. Trataría, en cambio, de vivir con consciencia, de hacer todo lo que cotidianamente hago de una manera muy consciente: el despertar, el respirar, es sentir a mi ser amado a mi lado en la cama, el saludar a mi perrita y acariciarla siendo muy consciente de lo feliz que me hacen ambos. Desayunaría, comería, cenaría y tomaría mi bebida favorita con mucha atención plena, saboreando y disfrutando al máximo al ser consciente que es la última vez. Trataría de estar todo el tiempo o la mayoría del tiempo al lado de mi pareja, hablando, reflexionando acerca de lo que es la vida y, sobre todo, nuestra vida, lo que ha sido, lo que hemos hecho con ella y lo felices que hemos sido ambos con todo lo que hemos realizado y construido juntos y en lo particular. Tal vez me gustaría leer, junto a él, algún texto hermoso, de alguno de mis autores favoritos, aunque no sé, tal vez con solo disfrutar de su presencia y charlar con él sería suficiente. También me gustaría recordar nuestros buenos momentos, hablar de los viajes que hemos realizado juntos. Comería lo que se me pegara la gana, lo que más me gusta y bebería también mis bebidas favoritas: whisky o vino tinto. Dejaría atrás las culpas, dejaría atrás las preocupaciones. Nada de: “me falta hacer esto o aquello”, nada de exigirme y culparme por no haber terminado algo y por no haber cumplido alguna tarea. Les llamaría a los más cercanos o los invitaría a compartir la tarde con nosotros. Les daría las gracias a todos con mucho cariño. Les pediría que contempláramos juntos un bello paisaje y que realizáramos juntos una meditación. Todo ello con mucha atención plena, en plena consciencia. Si tuviese algún pendiente con alguien o alguna deuda, le llamaría a esa o esas personas y les diría que lo siento, que lo hice lo mejor posible y que lamento haberme equivocado y haberlos lastimado. Me perdonaría a mí por mis errores y limitaciones y me felicitaría por todo lo que realicé. Me agradecería por todo y por todos los que amé y de alguna manera pude beneficiar. Consciencia y agradecimiento, serían los dos ingredientes indispensables eliminando además a la culpa, los juicios y las exigencias… para hornear mi día perfecto, mi último día.

    #13362
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Esta crónica muestra a las claras que no hay que hacer nada especial o extravagante para vivir con plenitud, aparte de mantener una consciencia sumamente atenta, en todo el sentido de la palabra: en el sentido cognitivo (estar atentos) y en el sentido afectivo (ser atentos). Pero tu crónica está escrita en condicional: “si supiera que es el último día, entonces haría tal y tal”. Y sin embargo, ¿cuándo vas a volver a vivir este día que está pasando? Es tú único y último 13 de junio de 2020 que vivirás jamás. ¿Por qué no servirte ese whisky con tu pareja, hablar de cosas importantes, reparar los daños, saldar las deudas que puedas saldar, declarar amor, proclamar gratitud, echar las culpas por la borda, mirar un paisaje y ser en todo momento consciente de lo increíble que es el hecho de que en este instante estés experimentando el mundo? ¿Cómo podríamos saber que éste NO es el último día de nuestras vidas?

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