- Este debate tiene 1 respuesta, 2 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 2 años, 8 meses por
Gabriel Schutz.
-
AutorEntradas
-
julio 18, 2020 a las 11:22 am #13863
Carolina Romero De Nova
ParticipanteEntré a un curso de escritura hace más o menos un mes. Los mejores 5 textos realizados a partir de él, serían publicados en la plataforma que ofreció el taller. Mi juicio es que es una plataforma valiosa porque le siguen personas que sigo y me han gustado sus artículos.
Pienso que si me publican en la plataforma, seré valiosa también. No sólo eso, sino que mis conocidos pensarán que soy valiosa, inteligente, capaz. Me genera gran avidez el hecho de obtener reconocimiento de los demás. Sospecho que más que tener la capacidad en sí, lo que me ‘mueve’ es ser reconocida. Pienso también que ser elegida aumentaría mi c.v. y así podría obtener un trabajo donde gane más dinero -en ese momento pienso en cómo sería mi vida tener más dinero y me genera avidez- y, una vez más, me entusiasma la idea de ser reconocida por más personas si tengo un mejor empleo.
Va más de un mes y apenas me respondieron que están revisando todos los textos. Reviso el sitio y veo que ya publicaron uno de otra chica. Lo leo y pienso que el mío es mucho mejor. Pero advierto que realidad siento una intensa envidia de que hayan elegido el de ella y pienso también que me siento avergonzada de reconocer mi envidia.
Anticipación.
Me sería preferido ser elegida. No depende de mí serlo, sino del criterio de la editora. Confío en que hice mi mejor esfuerzo, investigué, estructuré y revisé bien el texto, pero el resultado lo decidirá ella.
Al leerme en lo anterior, detecto que el origen de mi inquietud está en mi necesidad del reconocimiento externo y del juicio que de él hago sobre que en eso radica mi bien. Haciendo uso de estas herramientas, recuerdo que me es imposible controlar lo que los demás piensen de mí y que más bien obedece a alguna cuestión emocional de algún tipo de carencia en la que debo trabajar. Incluso, que aunque muchas personas me encontraran ‘valiosa’, eso no podría constituir mi bienestar. Respecto a la envidia, reconozco que es una emoción natural, pero que es esa manera de sentir -mi responsabilidad- por la que sufro, no por el texto de la otra autora.
Después de escribirlo y desmenuzarlo, me es más claro que la inquietud radica en el juicio que hago sobre estos hechos, es decir, dentro de mi. Entonces está dentro de mi potestad trabajar con ello. Anticipo que al obtener el resultado -ser elegida, o no- tendré en cuenta esta distinción.
julio 19, 2020 a las 10:55 am #13870Gabriel Schutz
SuperadministradorCreo que aquí entiendo mejor lo que decías hacia el final del texto anterior en relación a que puedes introyectar los razonamientos, pero no la emoción, y digo esto porque tus razonamientos son claros y se ve que has comprendido las ideas fundamentales y cómo desarrollar el ejercicio, pues lo has hecho muy bien, pero, por algún motivo, la efectividad de este ejercitamiento todavía no es tan rotunda como quisieras. ¿Por qué sucede esto?
En parte por lo que tú misma adivinas, porque sustituir hábitos de pensamiento toma cierto tiempo, exige cierta constancia, etcétera. Pero también porque toma tiempo AFILAR los razonamientos y hacerlos tan claros, tan prístinos a tus propios “ojos”, tan persuasivos para ti misma, que el solo hecho de invocarlos te permitan disolver la perturbación que te aqueja. Intentemos, entonces, afilar, afinar, refinar lo que has hecho aquí, que, repito, está muy bien, pero puede ir un poco más lejos.
E este ejercicio es muy importante anticipar los dos escenarios: el preferido y, sobre todo, el dispreferido. Si sale tu texto elegido, ¿qué? En parte lo has esbozado: eso no podría constituir tu bienestar. Pero ve un paso más allá, estudia ese escenario con detenimiento, ve cómo ese placer sólo durará un rato, cómo, si te apegas a ese resultado favorable, lo que hoy place mañana dolerá, etc. Examina esto con detenimiento.
Pero, sobre todo, examina el escenario dispreferido. Esto aún no lo has hecho de manera directa. Mira a los ojos esa situación: no te eligen, no estás entre los cinco. ¿Qué con eso? Enfréntalo, atraviésalo, corta con el suspenso que te mantiene en vilo, trayendo la situación a tu mente, aquí y ahora.
Tú misma estás muy consciente, desde las primeras líneas, sobre el despropósito que hay en este afán de reconocimiento. Dices: “Si me publican en la plataforma, seré valiosa también”. Por supuesto que necesitamos ser reconocidos/as y que eso puede ser una motivación significativa, pero lo que nunca se puede consentir es que nuestro valor como personas, el valor de lo que SOMOS, esté supeditado a episodios, circunstancias, opiniones, etc. ¿Quién eres tú? ¿Eres un texto? ¿Eres la opinión de alguien sobre un texto que has escrito? Evidentemente, no. Eso es lo que hay que preservar claro. Tú no eres nada de eso. Tampoco eres tu propia opinión de ti misma, que es sólo un juicio voluble, algo que mañana podría ser contrario. Si te identificas con un juicio de otros, o incluso un juicio propio sobre quién eres, te condenas a ser eso, porque habrás asentido a ello: donde pones tu atención (y tu asentimiento), pones tu corazón. Y el caso es que, si realmente hiciste tu mejor esfuerzo y obraste con excelencia a la hora de escribir el texto, puedes poner tu atención en esto, en lo que ha dependido de ti, y reposar allí. No eres la valiosa ni la disvaliosa según otros, pero sí eres la que ha hecho su mejor esfuerzo y eso es gratificante. Si logras traer tu atención a lo que ha dependido de ti, sin permitir que la mente se dispare con fantasías (pues sólo son eso, fantasías, ilusiones), y encontrar satisfacción en tu obra, en la disposición con que la hiciste, podrás permanecer tranquila. ¿Cómo cortar con las fantasías? Precisamente, anticipándose y viendo las cosas cara a cara. Estudia, pues, los dos escenarios, instálate con antelación, como dicen las fuentes antiguas, y deja todo eso atrás.
-
AutorEntradas
Debes estar registrado para responder a este debate. Login here