Antes de dormir evalúo mi día, observo que hoy disfruté mucho estar conmigo misma, había notado que cuando me tocaba descanso laboral, mi mente estaba ansiosa, pensando sobre la posibilidad de contagio, En esta ocasión, como cualquier otro día, antes de la pandemia: me desperté y disfruté el desayuno con la compañía de mi familia, conviví sin poner énfasis en nuestras diferencias, solo disfruté de la plática y su presencia. Después me dirigí a mi casa, que tengo en Tepojaco, ya tenía dos semanas que no iba. Ahí están mis tres gatos que están muy bien cuidados por una vecina. Al llegar, disfrute el silencio y el ronroneo de mis gatos. Después recibí un mensaje del chico que me gusta, si bien, desde hace años hemos tratado de establecer un vínculo más estrecho. En esta ocasión contesté sin intuir hacia el futuro de la conversación, algo que hacia constantemente y que en muchas ocasiones cortaba la comunicación. En esta ocasión fue diferente, simplemente contesté libremente y me di la oportunidad de sentirme contenta por lo que me decía, si pensar más allá de lo escrito. Después, como es escritor, grabé una lectura de un poema de él, ya que fue su cumpleaños. Disfruté tanto la lectura en voz alta, la acoplé con el bolero de Ravel, la armonía de la melodía con el ritmo de las estrofas quedó ad hoc. Sus palabras de agradecimiento fueron más cariñosas. Me sentí plena, no llevé mi mente al futuro, sólo disfruté del momento. Sentí su cariño sin prejuiciarme. Descubrí que si controlo mis impresiones hacia el futuro, mi ansiedad baja y disfrutó más del aquí y el ahora.