- Este debate tiene 1 respuesta, 2 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 2 años, 10 meses por
Gabriel Schutz.
-
AutorEntradas
-
mayo 8, 2020 a las 1:50 pm #12874
Gabriela Flores Campos
ParticipanteDía 1
La mancha sigue ahí, limpié un día para tener mejor visibilidad del exterior y nada pudiera opacar la realidad. Alrededor de una hora después, me recuesto en mi cama desde donde puedo ver el cielo azul y contemplar su belleza, abro la ventana sintiendo el aire que entra refrescante mientras veo pasar una parvada, pasan muy rápido y pienso que nada puede ir mejor, pero como muchas cosas que pasan en la vida uno planea y hace para que al final tu esfuerzo sea en vano o parezca una broma, un chiste de esos que puede resultar gracioso si lo cuentas, pero no tanto para quien le ha costado trabajo; un ave voladora ha zurrado mi ventana recién limpiada, sí, así ocurrió, me quedé asombrada, ni siquiera pude ver el momento exacto, sólo apareció una enorme mancha café de suciedad salpicada sobre el vidrio, tendré que volver a limpiar.Día 2
La lluvia ha ayudado, ha cooperado en la disminución del recuerdo que dejó un pájaro, no es suficiente, tendré que limpiarla nuevamente, eso me recuerda que siempre me enfoco en lo negativo, bah, olvidemos la mancha. Afuera sigue lloviendo, por momentos parece ir más en calma y otros aumentar su potencia, la calle luce vacía, aunque no lo es tanto por el hecho de que esté lloviendo sino por el confinamiento que nos obliga a permanecer dentro y pienso que al menos así algunos vecinos hacen más caso de no salir. No sé con exactitud qué hora es, sólo sé que ya es de noche pues está oscuro lo que dificulta la visibilidad además de la presencia de las gotas de agua; me retiro decidiendo que es mejor observar el exterior con luz de día.Día 3
El cielo parece ser bipolar, voluble, jugando con el sol y las nubes, existe una dinámica en la que el sol se esfuerza por permanecer, no es su tiempo para esconderse, todavía no es su turno de irse a descansar, mientras, las nubes buscan ocultarlo para así poder comenzar su danza de agua, están ansiosas por explotar su contenido. Por su parte, el cielo está de observador, siendo simplemente él, mostrando la belleza del atardecer, él sabe que su función es solo permanecer, siendo consciente que su apariencia y reflejo es parte de un todo, es complemento junto con sus compañeros, dentro de lo que es él, su aporte muestra un tono azul sutil, un tanto tímido; ha recobrado fuerza el sol, ahora es él quien brilla, ha destacado a pesar del esfuerzo de las nubes, su intensidad es grande, majestuosa, por ahora ha ganado, ha conseguido estar, entra en mi cuarto, con todo su esplendor, reflejando cascadas de oro en las cortinas de la ventana, quiere permanecer todavía, aunque por hoy sus minutos están contados aún se mantiene, ya falta menos para irse a descansar y regresar mañana.Día 4
¿Qué ofrece el exterior a esta hora de la tarde? Me asomo y veo el camión de pasajeros, tipo turismo afuera, vacío, como sin vida, no hay nadie que lo ocupe, recuerdo que ya tiene varios días que no escucho el ruido de su motor a temprana hora como cada mañana lo hacía, lo cual me alegra un poco, sin embargo, creo que por ahora ya no transporta viajeros, no conecta personas, siento cierta melancolía y pienso que seguro tendrá en su recorrido infinidad de historias vividas y creo que aún le faltan muchos caminos que recorrer; mientras ese tiempo llegue, permanece quieto, en algún momento su motor se volverá a escuchar a las 5:30 como cada mañana.Día 5
Silencio, afuera por un momento no se escucha nada, me asomo para ver qué transcurre al exterior, se ha asomado el sol, solo que no es tan fuerte como otros días; no hay gente caminando hacia la tienda, no pasan coches, en las casas de enfrente no se percibe movimiento, como si no hubiera nadie, el escenario es de un lugar sin vida, pero afuera hay ropa tendida, las labores del hogar no saben de descanso ni pandemias, ellas continúan e incluso de multiplican, eso me recuerda que tengo muchas actividades pendientes.mayo 9, 2020 a las 7:38 pm #12909Gabriel Schutz
SuperadministradorMe parece ver una constante en el mundo que traes a través de tu ventana, un juego recurrente entre claridad y opacidad. La mancha es descrita como algo capaz de “opacar la realidad”; la noche es algo que dificulta la visibilidad y por eso juzgas mejor observar el exterior la luz del día; el juego entre las nubes y el sol es descrito como una especie de batalla, donde hay esfuerzos y ganancias, precisamente entre las veladuras de la nubes y la claridad del sol. La claridad en tu texto aparece como algo bastante más valorado que la opacidad.
¿Existe una claridad total, libre de velos? ¿Es que todo conocimiento puede aspirar a ser perfectamente claro? ¿O hay ámbitos del conocimiento que son, por definición, opacos, velados, ámbito donde siempre hay un importante margen de incertidumbre? Yo diría que no sabemos gran cosa y que nuestro conocimiento es en general bastante opaco, bastante velado, porque hay un fondo de incertidumbre prácticamente en todo. ¿Quién hubiera imaginado lo que estamos viviendo con esto del Covid? ¿Qué certeza tenemos de que mañana abriremos los ojos?
Algo que he aprendido de un hombre sabio y maravilloso es que en las cosas más fundamentales media siempre una especie de nube o niebla y que hay una sabiduría importante en poder asumir esa niebla básica y en saber moverse a través de ella. Un místico inglés del siglo XIV, cuyo nombre se desconoce, le llamó a esto “la nube del no saber”. Qué importante saber que no sabemos, asumir plenamente que no sabemos. Ésa fue la gran enseñanza de Sócrates.
Por supuesto, el ideal de la claridad es digno de ser perseguido, pero sin restarle valor a esa opacidad constitutiva de la vida, que es en el fondo la que la vuelve imprevisible, emocionante, asombrosa.
-
AutorEntradas
Debes estar registrado para responder a este debate. Login here