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  • #15720
    Gabriela Colmenares
    Participante

    Parada frente a un lago, creí ver el reflejo de una niña de cabello chino alborotado que descubrió la vergüenza por primera vez. Fue cuando la maestra Aida comentó algo sobre su peinado y el resto del salón rió; sin que ella compartiera la risa.
    Jamás hubo culpables , ni la los rizos que siguen jugando con el aire; ni los niños que aprendieron a reír con desparpajo; ni la maestra Aida que colocó un pequeño reflector para la niña del cabello rizado.
    Si acaso, todos fueron responsables de que la niña del cabello rizado ; a partir de entonces lo supiera: “Sólo puedes avergonzarte de lo que crees vergonzoso, el resto, es falta de coherencia entre la emoción y su objeto”.

    Te observo, tú sabes que lo hago porque todo es medible y cuantificable. El valor de X puede sustituirse por casi todo y al final habrá una balanza que determine el peso de las cosas. Tú sabes que medimos el ingreso de las naciones; que calculamos la densidad de población y establecemos los criterios adecuados sobre el devenir y también sobre el pasado. Te va bien en las evaluaciones, pero aún así la métrica te alcanza una y otra vez.
    Observo los resultados, ¿qué más dan las intenciones y los procesos? Cuantifiquemos: ¿Cuánto has hecho, cuánto harás, cuántos estudios, cuántas cuartillas, cuánto ganarás, cuántos años, qué porcentaje de avance?
    Él obtuvo mejor resultado, tiene más vocabulario, se expresa como debe ser; a ella también la observamos, entendió mejor el ejercicio.Tú tienes buenos inicios y después todos sabemos que más que genialidad, hay constancia.
    A veces te escapas de la observación, cuando te ríes con desparpajo (como aquellos niños) ; cuando das tiempo, cuando abrazas, cuando disfrutas y la satisfacción se agota en el ahora; en el reconocimiento de la realidad dual. En lo profundo de ese lago, quizá haya otro, sin reflejos y sin creencias.
    Hicimos una gráfica de los agradecimientos recibidos, de las validaciones; solo cuentan las pronunciadas, las que escuchaste, las objetivas. Algunas otras que creíste ver o que creíste sentir, son subjetivas, irreales.
    Ahora que intentas arrojarme, deshacerte de esta ilusión, lo noté, te detuviste a mirarme, a corroborar si te observaba. Te lo confirmo, te observo, te describo; mido y cuento. Aunque sea lo último que diga, lo diré : X es indefinido , el universal , el existencial y hasta la negación. Ponlo ahí junto al predicado que quieras y déjalo sin equivalente; como dos rayas que se cruzan sin afectar nada más que a este lago de espectros.

    #15724
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    ¿Pueden los razonamientos, especialmente los razonamientos filosóficos, disolver por sí mismos los espectros que nos asedian? ¿Puede una proposición, supuestamente universal y necesaria, a priori, en sentido kantiano, sobrepujar la vergüenza? ¿Deja uno de avergonzarse por decirse que no hay coherencia entre la vergüenza sentida y aquello que avergüenza? Dudo que la niña de cabello rizado pudiera encontrar consuelo en algo así, y esto es importante, porque, si en algún momento se instaló algo vergonzoso en la sensibilidad de esa niña y no fue adecuadamente elaborado, y se congeló en ella, cada vez que la mujer que eres sienta esa antigua vergüenza, la que estará sintiendo y propiciando ese sentimiento será en verdad la niña, y no estoy seguro de que considerar la objetividad del objeto vergonzoso baste en ese caso.

    ¿Cuál es el alcance del pensamiento racional, de la objetividad? He aquí el asunto del segundo espectro, que encuentro íntimamente relacionado con el primero, pues se apela precisamente, como sugerí, al razonamiento y la objetividad para intentar disolver la vergüenza. Es interesante y perspicaz que hayas identificado este segundo espectro, bajo la parodia de la cuantificación y la medición. ¿Se mide la gratitud, justo la gratitud, que es gratuita, Gracia, sin porqué? “La rosa es sin porqué / Florece porque florece” (A. Silesius). Entre la generosidad y la gratitud que ésta despierta no hay interés (inter-res, lo que está en medio), por lo tanto no hay nada mensurable ahí, todo es espontaneidad brotante. ¿No es esto lo que hace amable la vida, la belleza, el Amor, la poesía, precisamente lo incuantificable? Desde luego, tú estás aquí dándote cuenta de todo esto y escribes esta frase de gran lucidez: “En lo profundo de ese lago, quizá haya otro, sin reflejos y sin creencias”. En este sentido, el itinerario de tu texto es certero: intentas desmontar un espectro (el de la vergüenza) con un razonamiento objetivo, y luego intentas desmontar el espectro de la objetividad, lo cuantificable, etc. Da la impresión de que, por el solo hecho de lo que lo hayas entrevisto, el espectro de todos modos tiene la última palabra.

    ¿Qué espectro está detrás de este de la objetividad hiperracional? ¿Qué hay detrás de una mente que tiene que pensarlo, medirlo, cuantificarlo, objetivarlo todo? En esa avidez de conocimiento objetivo, ¿no hay un afán por mantenerlo todo bajo control? Y quien quiere controlarlo todo, ¿no es porque tiene MIEDO?

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