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    Fanny
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    Mi primavera fue intensa, con una familia disfuncional, hubo confusión y separaciones que se incrustaron en la memoria del corazón como una profunda tristeza y soledad. Hubo momentos agradables siempre con papá vacacionando en el mar pero en general fueron años de mucha angustia, desarrollé cierta frialdad, aproximadamente a los 10 años me di cuenta que aquellas cosas que a mis compañeros de primaria les parecían dramáticas, para mí eran el pan de cada día como las peleas entre mis padres; cuánta irresponsabilidad de su parte, a lo mejor si hubieran sabido el daño que ocasionaban lo hubieran evitado… a lo mejor. Una infancia atormentada por la convivencia de un hermano enfermo, una madre amargadísima y un padre ausente, no era el mejor lugar ni momento de vivir. La niña intentaba entender qué estaba pasando todo el tiempo, por qué la cambiaban de casa, de escuela, de ciudad, de familia, por qué todo era tan feo, porqué siempre tenía miedo, angustia y desolación.
    A los 15 años llegó un chico amable, lindo, experimentaron el amor y como era de esperarse en la vida desmadrada o trágica de la niña-adolescente, no terminó bien, el novio se suicidó así que ella se puso el estigma de la tragedia. Con pocas herramientas pero aguante de los madrazos de la vida desde su “tierna infancia”, salió de su casa buscando estar bien y vio que había un mundo lleno de posibilidades, muchas de ellas inalcanzables para una chica que no contaba con un bagaje suficiente para aprovechar lo que le ofrecía el mundo pues su cabeza estaba perturbada y su alma golpeada así que sus pensamientos se le iban en ello. Aquí nació un profundo resentimiento cuasi odio hacia su madre por no cuidarla debidamente y extrañaba a mi padre muchísimo, recuerdo cuando murió, yo sentía al despertar que no tenía piernas.
    En verano, un día en verano estaba sentada frente al mar de Zipolite, me asoleaba, años después se me acercó un hombre que vivía ahí por temporadas y me dijo, yo te recuerdo cuando venías muy jovencita y me llamaba la atención la tristeza en tus ojos. A los 23 años conocí el horror de vivir constantes ataques de pánico, luego vino el alcohol y a veces alguna droga pero en mi mente siempre estuvo mi familia, no podía terminar perdida aunque en ese momento era el único camino viable pues la mente seguía turbada. Un día conocí a un hombre del que me enamoré locamente y como era de esperarse, vino la tragedia, con el tiempo salió a la luz su bisexualidad, me engañó con mi mejor amigo gay, dos puñaladas que me cambiaron para siempre. Sentí mucho dolor, pues ya lo había acumulado de antaño y una noche aposté por dos cosas, si me aceptan en la UNAM, viviré y si no, me suicidaré y en tiempos sincronizados a mi desgracia fui aceptada en la universidad así que me volqué al estudio y así terminé una licenciatura, odiando al mundo, a los hombres y sintiendo en el fondo de mi alma una amargura y aburrimiento que llevaron a ser madre años después, en mi Otoño… a los 41 años nace mi bebé, el cambio de vida más extremo, difícil dejarme ir para ser otra, hubo una reinvención y reacomodación que me costó trabajo, ahora sí, a vivir la responsabilidad, el compromiso de no destrozar la vida de mi hija como en mi casa y caso la destrozaron; el compromiso de apoyarla, darle todo lo que yo necesité en términos emocionales y psicológicos para estar bien y haber podido lograr muchas cosas pues fui inteligente pero mi perturbación era mayor. Quise darle a mi hija todas las herramientas, el mayor conocimiento para que afrontara la vida con valentía y mucha fuerza, como alguna vez lo hice yo en la desesperación por vivir y pensé que con amor ella se ahorraría muchas cosas desagradables en la vida como personas nefastas, por ejemplo. También pensé que al darle a ella lo que considero necesario para sobrevivir en la jungla humana, a la vez me curaría y perdonaría desde mi fondo los daños en tantos años y por tantas personas.
    Llegó el invierno, tengo una hija hermosa, siempre, desde que nació fue muy inteligente, muy despierta, hice un gran trabajo con ella, es una chica llena de amor, de vida, hace deporte, toca un instrumento, a veces pinta, le gusta leer. Recuero cuando ella era una bebé de 4 meses yo le cantaba y ella balbuceaba, después cuando apenas pronunciaba el final de las palabras, las dos cantábamos todos los días la misma canción y otras en forma de popurrí pues a ella así le divertía y como yo amé la música desde la tierna infancia, pues ella y yo la escuchamos, la cantamos y disfrutamos mucho.
    Llegó el invierno, profundamente agradecida por el tiempo que viví, aunque hubo como siempre momentos muy dolorosos como perder a miembros de la familia y amigos, quedé en paz con todos ellos. Logré perdonar y perdonarme, logré tener una hija fortalecida emocional y psicológicamente. Muero en paz con la certeza, la confianza de que mi hija va a estar bien y aunque es hija única, sabrá tomar las decisiones más inteligentes y benéficas para ella sin reprocharse los errores pero aprendiendo de ellos. Me voy muy agradecida con la vida pues, a pesar de que comenzó tan vertiginosa, siempre dio vuelcos importantes y los capítulos cambiaron, los personajes también pues esa niña que alguna vez fui, vulnerable, sola, triste, o la joven trotamundos o la madre preocupada y angustiada por el futuro, encontró su equilibrio para lograr su máximo: ser una mujer sabia, feliz y en paz con todo, dejando así la mejor lección a su hija… su ejemplo de vida, de fortaleza y templanza pues dejé de ser la mujer explosiva que solía ser y al final del día entendí y usé esa fuerza como un motor para salir de las adversidades que la vida me presentó en sus múltiples formas. Antes de morir mi hija me llevó al mar porque lo amo, porque en mi infancia pasé momentos hermosos en él y en la juventud se convirtió en un refugio en el que guardé lo más entrañable de mi vida, los recuerdos de mis padres, los recuerdos de mi vida, los dolores y las alegrías…
    Gracias.

    • Este debate fue modificado hace 2 años, 8 meses por Fanny.
    #13934
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Leer este último texto me aclara muchas cosas de los textos anteriores. Si notas, el arco de tu vida es una comedia, en el mejor sentido de la palabra. Joseph Campbell, un erudito y maravilloso conocedor de los mitos de todas las tradiciones, sostiene en su bello libro, El héroe de las mil caras, que la comedia es más alta que la tragedia (al contrario de lo que solemos pensar, sobre todo porque tenemos una pobre idea de la comedia). En la Grecia antigua, la tragedia era el preludio, la purga, para la comedia. El sentido de la comedia es más bien el de la Divina comedia de Dante: el trayecto del infierno al paraíso (la tragedia sería la etapa que va, quizá, del infierno al purgatorio). Lo que has escrito tiene ese carácter: el verano y la primavera son el infierno, el otoño es el purgatorio y en el invierno llega la bienaventuranza, la paz paradisíaca. Por supuesto, no sabemos qué nos depara el futuro y tú actualmente estás en el otoño, pero tienes buenas razones para proyectar el invierno de esa manera, con optimismo, porque has descubierto, justo en el comienzo de tu otoño, una forma del amor que es el comienzo para dejar atrás el dolor.

    Es cierto que quizá la mejor manera de perdonar a nuestros padres y superar las heridas que (sentimos que) nos han causado es siendo los padres que hubiéramos querido tener. Esa extraña alquimia, insospechada cuando aún no tenemos hijos, es quizá la mejor manera de integrarlo todo, porque en cierto modo es gracias a todas esas deficiencias, esos yerros, esa displicencia de nuestros padres, que nosotros nos convertimos en padres/madres sumamente conscientes, dedicados, atentos, y de ese modo todo queda abarcado, nuestros hijos y nuestros padres. Entonces hay una gran satisfacción, una gran liberación, un amor que se proyecta sobre todo y todos. Ojalá que así sea tu invierno, Fanny.

    Muchísimas gracias por la fuerza y la franqueza con que participaste en este taller. Espero que te haya resultado interesante, o al menos útil en algún sentido. Para mí fue un gusto leerte y acompañarte.

    Si tienes tiempo y te nace hacerlo, te pido si puedes dejar un review del curso. Ya sabes cómo hacerlo (las instrucciones están en la última lección). Sólo ten cuidado con las estrellitas azules, porque al pasarle el mouse por encima cambia su cantidad de manera inadvertida. Asegúrate que sea la cantidad con la que quieres calificar el curso.

    Te mando un abrazo, que todo te vaya bien. Estoy a las órdenes.

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