- Este debate tiene 3 respuestas, 2 mensajes y ha sido actualizado por última vez el hace 4 años, 2 meses por
Gabriel Schutz.
-
AutorEntradas
-
septiembre 3, 2019 a las 10:39 pm #10735
Amaya Giner
ParticipanteEscenario prospectivo
Es difícil que algo no te perturbe, aunque sucedan nimiedades siempre, siempre, hay algo que logra molestarte. Desde que despiertas ansías que termine el día para poder volver a casa, disfrutar de tu cuarto y tus gatos y tus plantas, pero hoy es un día más que suederá y muchas cosas que traerá el día estarán fuera de tu control. Por ejemplo, el camino de casa al trabajo es corto pero hay cientos de baches en el pavimento, tantos que a veces es difícil esquivarlos, es nefasto caer en ellos y más nefasto aún cederles tu enfado. Cuando llegues a la oficina habrás de sentarte en tu lugar y tratarás de terminar lo más pronto tus pendientes para por fin lograr escribir, dibujar o trabajar en las cosas que te hacen feliz, aunque probablemente no exista ese momento, probablemente pasarás las ocho horas del día escuchando intrigas de tus compañeras/os, chismes, la música a todo volumen de Lupita, la estúpida palabra “bochorno” que repiten una y otra vez, anécdotas que te desconcentran, que te quitan tiempo. Preferirías estar sola en una habitación o que Lupita escuchara su música con audífonos, pero estás preparada para soportar eso, porque una vez que terminen esas horas agotadoras, volverás con entusiasmo a casa, sabiendo que harás ejercicio, escribirás y pondrás música, y el disfrute de esas horas (aunque son pocas) es inigualable. Las horas que pasaste en la oficina y que crees desperdiciadas algún día significarán algo o esas anécdotas superficiales algún día servirán para adjudicárselas a algún personaje. Si llegara a suceder lo que más temes, que es encontrarte con aquel terrible tipo que trabaja en la biblioteca, depende de ti enfrentar el encuentro con gran indiferencia: pretenderás que no lo ves porque será invisible ante tus ojos.Evaluación nocturna
Quizá sí ayudó anticipar lo que acontecería en el día, sin embargo, tal como lo predije, tu hostilidad ante las personas del trabajo no desapareció. En especial una compañera del trabajo te perturbó demasiado: durante el día se la pasó perdiendo el tiempo, habló por teléfono horas, “preparando” algo que ya estaba preparado una semana antes… y la verdad ni siquiera debe de concernirte lo que haga o no, pero te afecta, te hierve el estómago ver cómo finge que trabaja, cómo miente. Más tarde, mientras escribías esto, te perturbó saber que esa tontería te afectó tanto y que arruinó gran parte de tu día. También te irritó la actitud de tu pareja y hubieras preferido llegar a tu casa y descansar de él, pero anticipaste que eso haría más grande todo y que te quitaría demasiado tiempo discutir mañana, así que llegaste a su casa y te esmeraste para relacionarte positivamente con él (¡qué difícil fue!).septiembre 4, 2019 a las 2:30 pm #10736Gabriel Schutz
SuperadministradorMuchas gracias, Amaya, por la apertura y la franqueza. En la evaluación nocturna observas que anticiparte te prestó cierta ayuda, pero que fue insuficiente. Vamos a estudiar por qué no bastó. Una parte tiene que ver con el tiempo que toma modificar hábitos de pensamiento, pero eso no es todo. El asunto con las anticipaciones es, no sólo prefigurar los escenarios dispreferidos, para que no te tomen por sorpresa, sino, y sobre todo, poder comprender, en cada caso, dónde está tu bien o tu mal y dónde no están ni tu bien ni tu mal, dándote a ti misma las razones para poder evaluar (asingnar valor) de ese modo.
Pongamos por ejemplo el caso de la compañera de trabajo que miente, haciendo de cuenta que trabaja, mientras habla por teléfono. Puedes decirte: lo que ella haga no es mi asunto, no depende de mí, y ése es un primer paso. Pero, claramente, no bastó en este caso para que no te hirviera el estómago. Entonces, la pregunta es: ¿por qué, si no es mi asunto, lo tomo personal, como si fuera mi asunto? Ésta es la pregunta que hay que investigar a fondo; de otro modo, la anticipación no será eficaz. En otras palabras, ¿por qué TE IDENTIFICAS, es decir, depositas tu identidad, en algo que no es cosa tuya? Voy a especular, sin saber (sin poder saber) por qué sucede esto en este caso. Las respuestas son múltiples, pero da la impresión de que la situación te parece fundamentalmente injusta. Tú trabajas, eres diligente, cumples, incluso cuando el trabajo no te gusta demasiado, y hete aquí que otra persona, en cambio, no trabaja, pero cobra un salario, quizá incluso igual o hasta mayor al tuyo. Te dices: ¡esto es injusto! Y el sentimiento de injusticia te hace hervir el estómago, porque es injusto, consideras, en relación a ti, que sí trabajas y cumples. Pero el estoicismo procede justo al revés: dado que yo cumplo y no robo (no cobro por algo que no hago) y desarrollo mis asuntos con excelencia, puedo estar satisfecho/a de mí. Si estoy concentrado en esto, en ser cabal, y mantengo esa concentración, y deposito cierta satisfacción moral en mí mismo, quizá no me distraiga con lo que otros hacen o dejan de hacer, que, a fin de cuentas, no es mi asunto en principio. En otras palabras, una primera posibilidad es simplemente que tu atención está puesta donde es nocivo ponerla y no donde sería hábil ponerla, que es en ti misma. PRIMERA CONCLUSIÓN (HIPOTÉTICA): la atención es débil, te dispersas con cierta facilidad, y el asunto radica en concentrar mejor tu atención. Por ejemplo, a mí me irritan mucho los ruidos, sobre todo cuando escribo. Pero si mi concentración en lo que estoy escribiendo es fuerte, casi no me doy cuenta de si hay ruidos o no. Entonces: ¿el problema son los ruidos o es la debilidad de mi concentración?
Pero hay más. Cuando tú juzgas/evalúas que tu compañera está MAL (y te apropias de ese mal como si fuera tuyo), ahí se produce la perturbación. Una típica estrategia estoica, que es, por otro lado, más próxima a la mirada de un científico, un escritor, un poeta, en fin, un investigador, es, en lugar de precipitar un juicio, detener la impresión, observar e intentar comprender (de esto se habla, en parte, en la segunda semana). ¿Por qué tu compañera hace eso? No se vale decir, “porque es una imbécil, una ladrona”, no, el asunto es comprender. Comprenderla como si fuese un personaje de una novela. Quizá le aburre terriblemente tener que trabajar ahí, alguien la obliga, ella quisiera hacer otra cosa, y se siente oprimida, y no sabe cómo lidiar con eso, simplemente no lo sabe, sólo atina a huir de alguna manera, y esa huida se la proporciona hablar por teléfono, distraerse, mirar hacia otra parte (quizá tú misma quisieras huir, pero no puedes). Esto es una posibilidad, pero puede haber muchas más. Por eso Marco Aurelio inicia el libro segundo diciendo que los sujetos indeseables con que se topará a lo largo del día desconocen el bien y el mal: no es que sean malvados, son sólo ignorantes. SEGUNDA CONCLUSIÓN: asumir una posición de observación ecuánime, lúcida, en lugar de dejarse arrastrar por algún juicio. Esto se llama, en budismo, karuna: compasión. Ponerse en el lugar del otro. ¿Acaso a ti misma no te aburre ese trabajo?
Hay más que decir, pero no quiero abrumarte. Lo más importante a la hora de hacer las anticipaciones, es dar con las preguntas sobre el origen de futuras perturbaciones y analizarlas minuciosamente, para, entonces, poder darse razones a uno mismo de por qué no voy a perturbarme en un caso así. ¿Qué pasa si el hombre de la biblioteca se acerca y te habla, si eludirlo no basta? Ahí es donde debes anticipar, comprender y determinar quién serás tú y por qué esa situación es indiferente. No basta con declarar que será indiferente: hay que comprender por qué, de hecho, es indiferente.
Espero que estas líneas te sean de ayuda. Si algo no es claro, o quieres profundizar más, no dejes de responder a este mensaje. Estoy a tus órdenes.septiembre 6, 2019 a las 6:57 pm #10747Amaya Giner
ParticipanteGracias, Gabriel. Comprendí muchas cosas a partir de tu respuesta, una de ellas es que justamente yo soy como mi compañera de trabajo, la diferencia es que mi forma de huir y de distraerme no es precisamente con el teléfono o con cosas tan obvias, mi forma de huir es enfocándome en ella y en todas las cosas que hace o que podría hacer mal. Cuando me he visto inmiscuida en proyectos que me absorben por completo no me doy cuenta de qué hace o qué no hace el de junto. Pienso que estos días me he visto así, aburrida, desmotivada, inútil y por eso me han afectado tantísimo las actividades ajenas.
Tu texto me ayudó a reflexionar sobre muchas cosas pero las guardaré en mi libreta y seguiré con los ejercicios.
Esto: “No basta con declarar que será indiferente: hay que comprender por qué, de hecho, es indiferente.”, se me hace sumamente difícil y lo tengo que trabajar mucho.
Gracias, Gabrieeel.
septiembre 6, 2019 a las 8:25 pm #10749Gabriel Schutz
SuperadministradorHola, Amaya. Me alegra saber que la respuesta te resultó útil. Gracias a ti por hacérmelo saber.
Me parece sumamente interesante que veas en tu compañera, con tanta claridad, una proyección de ti misma, de tu hastío, una forma simbólica de tu propia distracción. Me gusta la expresión de C.G. Jung para referirse a esto: una proyección del “teatro del alma”.
Ahora que ves que el asunto es tu hastío, tu desmotivación, ahora que puedes comprender que no se trata de ella y estás en condiciones de mirar tu propio aburrimiento a los ojos, ahora ya puedes preguntarte qué hacer con todo eso. ¿Qué aburre? ¿Por qué aburre? (Y lo que aburre también podría ser una proyección del teatro del alma). Es claro, en tu primer mensaje, que hay un gran contraste valorativo entre las horas en el trabajo, vividas como horas de esclavitud, alienación, casi como un desperdicio, y las horas posteriores, que aparecen en tu fantasía como sinónimo de libertad. ¿Se pueden cuestionar esta interpretación, estas creencias, estos juicios de valor? ¿Ejerces tu libertad cabalmente en las horas libres? A menudo el problema es todo menos lo que parece ser el problema. El problema del alcohólico no es el alcohol, es todo lo demás. Y porque todo lo demás está mal, bebe. ¿No será que aquí el trabajo no es lo que está tan mal, sino otra cosa? O quizá sí, quizá sí es lo que está tan mal. Pero entonces, ¿qué está en tu poder hacer? Si ejerces cabalmente ese poder (lo que quiera que sea en este caso), es probable que te sientas más satisfecha y el asunto te perturbe mucho menos, o deje de perturbarte por completo.
En relación al pasaje que citas, quisiera aclarar algo importante: para poder comprender por qué, en último caso, el sujeto indeseable de la biblioteca es indiferente, primero tienes que asumir, con total honestidad, que ahora NO es indiferente. El procedimiento es todo lo contrario de una negación. Hay que partir de lo que efectivamente sucede: Fulano me perturba. Luego identificar qué es lo que perturba, qué creencias, qué juicios de valor (y no siempre es obvio, porque la primera apariencia a menudo es, precisamente una proyección que hay que desenmascarar, como con la compañera de trabajo), analizarlo y desmontarlo tan minuciosamente como se pueda, de modo que, eventualmente, uno pueda tener ese golpe de lucidez y darse cuenta de que nada de eso es asunto de uno. Pero el camino es a veces largo y el laberinto, intrincado. Si puedo ayudarte en algo a este respecto, por aquí estoy.
-
AutorEntradas
Debes estar registrado para responder a este debate. Login here