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  • #14083

    “Lo que no conviene a la colmena, tampoco conviene a la abeja.” M.A.
    Y, lo que no conviene a la abeja tampoco conviene a la colmena.

    El entramado entre distintos niveles de la realidad interna e individual y la realidad externa y comunitaria es complejo. Me conciernen las necesidades de la sociedad en la que vivo, local y cósmica. Desde niña me preocupaba que un “bueno” estuviera injustamente preso y que un “malo” anduviera libre y afuera. De joven, al elegir mi profesión me preocupaba cuánto iba a poder servir a la comunidad. Quise ser agrónoma e inicié estudios de medicina. Ambas carreras trataban lo que en ese momento consideraba vital. Más tarde comprendí que el ser humano es muy complejo y sus necesidades muy sofisticadas. Finalmente, completé una carrera artística. Considero que el arte es también prioritario; ahora diría que la filosofía lo es también. Cada individuo puede y debe pulirse para que la sociedad sea mejor. Las condiciones pueden ser buenas, malas o malísimas, pero excepto casos de verdad excepcionalmente extremos, siempre podemos cultivar y refinar ese impulso comunitario de infinitas maneras.
    En mi caso, ese cultivo y refinamiento implica reflexión, administración, elección. Durante muchos años, con una especie de piloto automático, invariablemente quería servir y ayudar. Pertenezco a los más jóvenes de aquellos que quisieron cambiar el mundo. No sin decepción constaté cómo muchos de aquellos compañeros no cambiaban internamente y por tanto los cambios externos, aun cuando sí los hubo, éstos no lograron llegar tan alto como era nuestro ideal. Poco a poco fui reduciendo mi esfera de acción y de transformación. Hice y hago lo mejor que puedo en a mi entorno familiar y social inmediato. Hice y hago lo mejor que puedo como habitante del planeta (reutilizo, reciclo, reduzco el consumo).
    Aunque estoy muy agradecida con la vida y, en particular, con mi situación personal, me cuesta contener la tristeza y la preocupación frente a lo casi apocalíptico del mundo actual. Constantemente hago esfuerzo por regresar a ver lo bueno y lo bello que, por supuesto, también hay y en abundancia. Por ejemplo, este curso ha sido un bálsamo.
    He descubierto, a través de estos escritos, que mí disposición de servir, aconsejar, ayudar, defender, etc., en principio loable, en ocasiones funcionaba como una especie de seguro contra un futuro rechazo o estaba impregnado de ganas ocultas de no únicamente ser útil sino también aceptada, querida, necesaria. Mi impulso comunitario debe ser examinado, premeditado y administrado antes de ser puesto en marcha. Ante un desregulado afán de servicio, debo practicar el recato. Los servicios que ofrezca desde un centro interno afinado serán quizás menos frecuentes, pero serán mejores, más eficaces para la comunidad y también para mí.

    #14088
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Qué buen texto y qué buen cierre, Ana. Honesto, ecuánime, lúcido. ¿Con qué disposición, con qué auténticas motivaciones, en qué medida y en qué escala desarrollar nuestro sentido comunitario? Todas estas cuestiones están entrañadas en tus líneas, donde se ve un recorrido biográfica de tu temprana vocación, es decir, llamado comunitario, hasta el modo como lo ejerces ahora.

    Es verdad, en general, lo que no conviene a la abeja, tampoco conviene a la colmena, aunque aquí la analogía se vuelve imprecisa, pues hay abejas que se sacrifican, literalmente, esto es, que dan la vida por la reina, por lo tanto, por la colmena. En una escala menos dramática, a veces esto también sucede en la vida humana, por ejemplo, en las decisiones que tomamos como padres/madres, donde, siquiera en algunos aspectos, podemos sacrificar nuestros afanes más “personales” en aras de la “colmena” (por lo tanto, en un sentido es también nuestro bien, pero en otro, quizá no lo es tanto).

    El último párrafo me parece particularmente importante: poder darse cuenta de las motivaciones genuinas y profundas por las que hacemos lo que hacemos, incluso cuando, externamente, parecen acciones encomiables. El estoicismo (también el budismo) pone mucho peso en la intención, en la claridad de propósito, y es loable que puedas hacer ese autoexamen en relación a tus motivaciones comunitarias y sacar las conclusiones que sacas.

    Me honra y me alegra profundamente que este curso haya sido un bálsamo para ti en estos tiempos difíciles. Para mí fue un deleite leerte, conocerte, acompañarte en este proceso. Sigo a las órdenes en lo que pueda apoyar.

    Quisiera pedirte si puedes dejar un review sobre el curso, con tus impresiones. En la última lección se dice cómo hacerlo, es muy fácil. Sólo hay que tener cuidado, antes de mandar el mensaje, de que la calificación, expresada en estrellitas azules, sea la que quieres darle, porque basta con que pases el mouse por encima de las estrellitas para que se modifique inadvertidamente la cantidad.

    También quisiera invitarte al otro curso basado en filosofía estoica, que lancé hace poquito. Está basado en estoicismo y en budismo. Es un curso más breve, más concreto y orientado a un tema en particular, la ira, pero en cierto modo habla también de las emociones en general. Si te interesa, se llama DOMINAR LA IRA y está en esta misma plataforma. Para mí sería un enorme gusto recibirte allí. (Hay otro curso, un TALLER DE ESCRITURA Y AUTOCONOCIMIENTO, que quizá también te pueda interesar).

    Como sea, te estoy muy agradecido por la franqueza, la apertura y la valentía para abrirte, a través de tus textos, y dejarte acompañar en este taller. Que estés muy bien, Ana. Espero encontrarte pronto de una u otra manera.

    #14089

    Cierto. La analogía no es muy exacta. La idea era “Conviene que cada individuo aporte a la comunidad lo mejor, sólo lo mejor de sí mismo y eso es lo que conviene al individuo y a la comunidad. Un mejor título hubiera sido: “Lo mejor y sólo lo mejor”.
    En cuanto a los hijos, yo los veo como anclas y como velas que condicionan el navegar. A veces te quieres mover y, nada, estás anclado; otras veces llegas a lugares insospechados a los que tu, sin esas velas, nunca te hubieras ni dirigido. A veces, esos lugares resultan, a la larga, muy benéficos para tu propio proceso personal. Creo también que hay que tener muchas ganas y disposición para tenerlos porque sí es toda una empresa. Me parece que criar, educar y disfrutar a los hijos es de los servicios o impulsos comunitarios más importantes. Respeto y admiro, también, a los que deciden no tener hijos.

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