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  • #14361
    Rosiris SofuáRosiris Sofuá
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    Olga Josefina, la quinceañera de mi vida… mi madre amada… es la elegida para mostrar el ordos amoris, a través de ella me puedo reconocer… es un espejo de dos caras, claro-oscuro, como fue su vida… me reconozco en muchos aspectos y otros me permiten ver y distinguirme, discrimino lo que no quiero, lo que no deseo… esa es mi esencia.
    Fue la mayor de 10 hijos, su madre Elia, tenía 16 cuando la trajo al mundo junto a Juan de 19, se casaron, pero la unión no tuvo mucho tiempo de vida, así que la jovencita la dejó a los cuidados de su madre, la abuela Susana. En Caripito estado Monagas, pueblo oriental y alegre creció Olga, y su madre se trasladó a la gran ciudad, la capital, colocando distancia de Juan, y también de su hija.
    Su abuela Susana asumió el rol de madre, criando al estilo de 1955, con dureza y un amor que se traducía en los cuidados de la niña, en supervisar sus estudios, con la arepa para el desayuno y el almuerzo bien servido, con el uniforme limpio… ante cualquier falta mínima, la correa le esperaba, con la misma fuerza que lavaba la ropa en el río, con esa misma fuerza la golpeaba… la abuela seguramente fue así con Elia, quizás por eso a los 15 se casó, a los 16 parió y a los 17 huyó…
    Olga muy entregada a sus estudios, fue destacada, pero las necesidades materiales y el desconocimiento de la abuela Susana fue un impedimento para continuar… solo sexto grado de educación primaria… tuvo un novio a los 13 años, una relación un poco conflictiva… a los 14 conoció a Julián, mi padre, el de 22 años… La abuela Susana consideró que era como muy grande para su nieta, así que decidió que era mejor casarlos “porque siempre pasan cosas entre un hombre y una muchacha” y mejor estar casados.
    ¿Qué sabría de cuidados y planificación familiar una niña? Así que el embarazo pronto llegó… a los 15 no tuvo vals, asistió a la sala de parto llena de miedo y parió con todas sus fuerzas una beba, prematura y con estado de salud delicado… la quinceañera sintió que su vida había cambiado para siempre, no dejaría a su pequeña abandonada como ella experimentó su vida, un abandono, y su hija no continuaría con la zaga de las adolescentes madres… quería que estudiara… que fuese distinta. Allí me veo pintada, hoy escribo su historia y me invade una mezcla de sus claro oscuro que se convierte en agradecimiento puro, me cuidó, su leche joven y caliente me alimentó el alma, sus manos cariñosas y temblorosas me acariciaron, su corazón juvenil me arrulló los sueños… junto a Julián emprendió camino a la capital, en búsqueda de evolución.
    No fue sencilla la vida al lado de Julián, se dedicó totalmente a su hogar, y también a tener hijos, anualmente fue pariendo, siete hijos, a los 23 ya Olga era esterilizada por un grupo de médicos que viendo su panorama la orientaron… una jovencita con seis hijos, ya había fallecido uno recién nacido… Se dedicó al cuidado de sus hijos, como una gallina con sus pollitos… fue dura en la crianza, así como la abuela Susana fue con ella, nunca abandonó, siempre protegió, siempre orientó hacia los estudios y la superación… para motivar al menor de sus seis hijos, el que no quiso estudiar, se inscribió para cursar estudios de bachillerato, ya tenía 35 años, pasaron dos décadas para que se dedicara a si misma… culminó con honores su bachillerato y seguidamente ingresó a la universidad… fue la época más hermosa de su vida… la quinceañera estaba dentro de ella, viva, feliz, compartiendo con los compañeros de clase, festoneando, disfrutando… esta fue una etapa que Julián no toleró, y lo que ya venía fracturado se terminó, no estaba dispuesta a volver a renunciar a su vida, como a los 15 cuando la casaron, decidiendo por ella… por eso, a sus tres hijas les inculcó la fuerza indomable de la mujer que defiende su criterio de vida y de felicidad, inculcó el valor de la palabra, el argumento, el compromiso consigo misma.
    Siempre buscó el afecto de su madre, nunca lo obtuvo, el desplazamiento siempre estuvo allí… se vinculó con sus hermanos con todo el amor, todos la amaron como su hermana mayor, todos de alguna manera siempre contaron con ella… sus nueve hermanos llenaban los espacios de la casa en navidad, en su cumpleaños, en los momentos más especiales…
    Olga siempre fue solidaria, en su corazón no cabía el egoísmo, tenía sus lemas, sus principios, tales como: “el que comparte siempre tiene, ese es el secreto de la vida”, “ama todo lo que hagas, porque el amor siempre es la respuesta correcta”, “para mí, mis hijos son lo primero”, “las mujeres para ser felices no tienen que estar atadas a un hombre, el hombre es para compartir la vida no para atarse”…
    Nos encaminó por el sendero de lo correcto, de lo sencillo, de lo apasionado, de lo profundo… era muy emotiva así como muy furiosa…
    Con sus nietos fue la más consentidora… la más amorosa… allí ya no vivía el alma de Susana, era el alma de ella, su esencia amorosa y tierna… Leandro, Sebastián y Rosibel la disfrutaron en sus primeros años de vida… recuerdan su mirada brillante y tierna, sus arepas, su sazón…
    A los 42 años de edad fue invadida por un ser no invitado que tomó su seno, el mismo seno que alimentó a los siete hijos, el mismo que me salvó de no morir… su seno enfermó… y él se encargó de ir enfermando todo su cuerpo… fue fuerte… fueron ocho años de transitar por un camino de dolor profundo y también de mucha transformación… ya no era la madre que nos cruzaba a correazos, era la madre que nos cruzaba con abrazos y besos… la que se acostaba y decía abrázame fuerte hija amada… quiero cocinarles hoy más rico que nunca antes… la que miraba a los ojos y decía, me quiero llevar tu mirada en el alma y que te grabes la mía…
    Tenía 50 años cuando partió… apenas 50… es la edad que pronto cumpliré… y me siento orgullosa de sus claro oscuros… creo que le correspondió vivir intensamente porque alguna parte de su alma sabía que partiría pronto… pobló esta tierra de seis seres humanos, tres mujeres y tres hombres que van dejando lo mejor de sí mismos y toman sus frases de vida como ejemplo para todos…
    Olga que fue abandonada, supo buscar el amor y demostrar el amor, ella siempre tuvo la razón, el amor es la respuesta correcta…
    Yo tengo mucho de ella, indudablemente… y me guía la esencia que me permitió desarrollar, buscando que fuese distinta…

    #14362
    Gabriel Schutz
    Superadministrador

    Qué hermoso retrato. Me conmueve por la estatura moral de Olga y el modo como tú, su hija, la representa aquí. ¿Hay mayor patrimonio que el legado espiritual que pueda dejar alguien a quienes le siguen, proverbialmente a sus hijos? Tu madre encarna el gesto de quien rompe la cadena de comportamientos que parecen pasar fatalmente de generación en generación, como una especie de maldición familiar. Es un gesto valiente, sacrificial; ella misma rompe el ordo amoris familiar y lo transforma a través de su vida. Hay tantas historias así: el padre que pega y ningunea al hijo, que pegará luego al nieto, etcétera. La madre que abandona o educa con severidad, disminuyendo el papel de la mujer, para que la hija reproduzca esto en la generación siguiente y así…

    Es interesante que en el esoterismo de la tradición hebrea (la Cabalá), según la cual, Dios, que no puede ser representado con imágenes, tenga diversos nombres según sus atributos, y uno de ellos sea “Shaddai”. Algunos sabios aducen que este nombre es una contracción de la expresión She Hamar Dai: “El que dijo BASTA”. Según esta idea, Dios no es sólo el Creador, sino el que puede detener la obra de la creación (según el relato bíblico, a los siete días). DETENER algo cuya inercia parece irrefrenable es una proeza y es lo que hizo tu madre, para beneficio tuyo, entre otras personas. No es llamativo que haya dejado, entre sus frases dilectas, éstas que mencionas sobre la generosidad y el amor, pues ella misma lo atestiguó en carne propia: recibió abandono y una educación dura, y de esa materia, como una especie de alquimista, dio amor. ¿No es ésa la mayor alquimia?

    Te felicito por este hermoso texto y esa hermosa madre.

    #14367
    Rosiris SofuáRosiris Sofuá
    Participante

    Gabriel, me conmueves!!!
    Si, admiro y amo profundamente a mi madre, con la misma intensidad que destruyó mi diario, me amó y se encargó de brindar una vida distinta… tristemente partió muy rápido; sus vivencias, sus frases, sus consejos, su vida toda, es un legado…

    Esta actividad me renovó el alma.

    Gracias, Gracias, Gracias.

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