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Gabriel Schutz.
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febrero 25, 2022 a las 3:43 pm #15706
Jairo Vladimir
ParticipantePrimavera
La vida que recién comienza tras el nacimiento tiene algo de dulce estupor, de bello despertar con las memorias presentes de múltiples sueños, de inocente perdurar en la eterna paz inconsciente —desconocimiento del mundo y sus giros, pero plena consciencia de lo inmediato, ser de pura sensación. Así fue mi vida en esta etapa. Suave reposar en el seno del hogar, con todo cuanto podía querer a mano. Y aunque la presencia física de los padres era más bien limitada, dada la naturaleza de sus trabajos, ésta se hacía notar no sólo en la provisión de todo lo material que necesité para mi crecimiento y desarrollo, sino en todas sus atenciones y cuidados que se esforzaban en brindarnos a mi hermano y a mí. (…) Y es que, cuando uno llega al mundo, nada hay tan valioso como un guía, un compañero de aventuras e imaginaciones, figura protectora que además puede inspirar e impulsar. Así, mi hermano y yo fuimos muy unidos en nuestros primeros años, viviendo un mismo florecimiento de vida, acompañándonos mutuamente, sintiendo que nada podía hacer falta.
(…) fue precisamente en esta época en la que se forjaron mis gustos, descubrí mis deseos y anhelos, y las voces de mis pasiones. Desde la inventiva infantil en los juegos, con todo el desarrollo de la imaginación que ella supone, pasandopor el gusto por la lectura, la literatura, el deporte, las artes en general y la música en particular.
(…) Pero los caminos de mi hermano y el mío fueron bifurcándose. Amistades, intereses y experiencias nos separaron. La separación se proyectó abruptamente a partir de sucesos que quebraron la imagen del modelo que era mi hermano hasta entonces para mí, lo cual, a su vez, me dejó enteramente a mi merced: saboreé por primera vez los agridulces gustos de la soledad, la libertad y la responsabilidad. Y, con el tiempo, sabio decretador del compás vital, vendría el despertar de fuerzas nunca antes previstas, energías vitales que dentro mío comenzaron a bullir, acontecerían nuevas experiencias, nuevas sensaciones, y conocería las delicias y sinsabores del amor, la locura, el abandono y el triunfo, potencias múltiples con y sin orientación, la amistad y el olvido…, todo esto dentro de un vaivén a veces cíclico, a veces casi simultáneo, entre la pérdida de la consciencia y la consciencia en su grado más fino, entre la total entrega y perdición, y el completo autodominio. Época fue, pues, de descubrimiento, reconocimiento y floración.Verano
Tras el empuje primario de las fuerzas originarias acaece una suerte de meseta. Los árboles, antes apenas floreando, maduros ya han dado los frutos. (…) Cierto es que el verano de mi vida fue donde mis fuerzas, físicas, mentales y espirituales, se desplegaron con mayor soltura, alcanzando sus niveles más óptimos, pero cierto también que fue la época que de mí exigió el mayor recurso a esas, mis fuerzas; en el verano conocí los límites tangibles de mis propias fuerzas, del mundo y mis relaciones con éste y con los otros, de mi propio deseo; conocí las pérdidas, las renuncias, las frustraciones, el azar y la necesidad. (…) Y el conocimiento propio que gradualmente me fueron alentando los encuentros (y desencuentros) con el mundo y con las otras personas me llevó a reconocer mis capacidades, mis carencias, mis gustos, mis manías y ambiciones, y comprenderme como un ser limitado: deseo de quererlo todo, gesto de huida ante la propia finitud.
(…) Mi verano se cruzó con varias primaveras, con varios otoños, con algunos inviernos: así como nuevos seres vinieron, preciosos como flores, a mi vida (a la Vida), algunos otros, también como flores, partieron.
(…) Y, ante todo, viví reconciliaciones: con mis familiares, mis seres amados, con “el mundo”, conmigo mismo. Estío: mi época de mayor preocupación, de mayor fatiga, de mi más grande encuentro con la Necesidad, pero también de mi encuentro con lo valioso, todo lo valioso en mi vida.Otoño
(…) Otoño: época de la vida no en la que las hojas, perdida su voluntad de afirmarse en su ser, se dejan caer, sino más bien temporada en que se afirman a partir de su transmigración hacia otros paraísos.
(…) De igual modo, cuando mis años me llevaron a esta estación, cansado de los asuntos mundanales, cansado de ver partir a muchos a quienes amaba, y de experimentar fieras decepciones, saborear los triunfos soñados y desencantarme con su insipidez, tras haberme entregado a una exterioridad que me exigía siempre cada vez un poco más, tras todo esto, digo, opté por tomar otras rutas y abandonarme a una soledad deliberada.
(…) Tras largas estadías en tierras lejanas, terminé regresando a tierra madre, no más sabio, pero acaso menos crédulo, menos ignorante, menos lastimado. Gocé por un tiempo de vivir como anónimo, como extranjero entre conocidos, no por temperamento histriónico o secreto amor a la pantomima (aunque, allí lo descubrí, mi atracción por las artes escénicas nunca cedió del todo), sino para asentar mi reposo y elevar mi espíritu a un sosiego mayor. Y finalmente, cuando mi hambre de soledad se hubo saciado, me reencontré con mis amigos, con mi mundo, mi familia. Para algunos el crujir de las hojas bajo sus pisadas evoca una tristeza propia del abandono, de la pérdida de fuerzas, del anuncio de la decrepitud; para mí, es la risa de un sinfín de estrellas que disimuladamente están volviendo a penetrar en la tierra; tras mi gran travesía reí, reí mucho, y aprendí a amar la risa de todos.
Invierno
(…) Donde antes hubo calor ahora hay frío. Y donde el rubor vistió a los seres, ahora hay palidez y la tenue sombra que anuncia el lapso de marchitarse.
Pero esta es también una época sagrada, no menos que la del primer floramiento, sólo que aquí, en vez de desplegarme sobre el mundo y estallar con todas mis energías —mis deseos, mis motivaciones, sueños y proyectos— me repliego sobre mí mismo, observo mi vida, y comprendo… (…) He aprendido que vivir significa ir muriendo, y que la flor tiene el momento más intenso de su existencia justo antes de perecer, pero que es ésta, su muerte, lo que dota de increíble belleza a su vida. ¿Mi vida ha sido bella? Sin duda no ha sido perfecta, pero bella, ¡vaya que lo ha sido!
(…) En esta edad ya no me desespero, no corro, no me siento atenazado por el tiempo: nada me apura, nada me retrasa, cada momento es perfecto y justo en sí mismo. Por ello procuro vivir cada día la eternidad, como si en cualquier momento pudiera la muerte reclamarme —invitación que no pensaría ni un minuto en rechazar. Pero hasta entonces, no menos fiel y grato seré a la vida que me convida, día con día, sus delicias: ver un nuevo amanecer, escuchar la música que me eleva y me transporta, perderme entre mares de tinta y lenguaje e historias, escuchar la risa de un pequeño, sentir el sabor del vino, mirar en los ojos de la amada y abrazar a mi hermano, y, en fin, vislumbrar diariamente el Gran Misterio de esta vida sacra.febrero 28, 2022 a las 11:46 am #15711Gabriel Schutz
SuperadministradorMe parece interesante que las dos estaciones que aún no te tocan (si lo que sé de ti no me engaña) sean sin embargo las que están trazadas con mayor nitidez y, sobre todo, con mayor claridad de propósito, con mayor hondura de sentido. Las primeras dos estaciones son más “fácticas”, se sienten más caóticas, incluso más apresuradas, no sé si en el vértigo de la experiencia o en la escritura como tal, o en ambos sentidos; el otoño y el invierno, en cambio, son morosos, delicados, casi pareces estar más cómodo allí (donde, según creo, aún no estás). Como si hubiera un contrapunto entre el fruto de los ciclos biológicos y el fruto de la sabiduría, que madura lentamente y tiene su estío en las últimas estaciones. Qué importante que tengas esta visión de ti y de tu futuro. La vida, desde luego, tendrá la última palabra, pues no sabemos cuánto tiempo estemos aquí, ni si un giro inesperado pueda venir a modificar radicalmente nuestros sueños y previsiones. Entre tanto, la persistencia en un cierto arco de vida, con una visión clara y bien fundada, es fundamental. Pienso en el Noble Óctuple Sendero, es decir, en la exposición del budismo antiguo en torno a ocho factores (cinco de los cuales son éticos) y cómo los primeros dos, en la exposición, son “Recta visión” y “Recto propósito”, los factores de sabiduría (prajña), factores que, sin embargo, son los últimos en ser cabalmente comprendidos. Tener una “recta visión” da una dirección adecuada para andar, pero la visión cabal es el fruto del camino. Que estas visiones que tienes para ti sean cabalmente alcanzadas, que la sabiduría te revele sus frutos.
Ha sido un enorme gusto acompañarte en este magnífico proceso que has hecho, Jairo. Te agradezco de corazón tu entrega, tu constancia, tu profundidad, tu prosa exquisita. Sigo por aquí en lo que pueda acompañarte.
Ya sabes que si te nace hacer un review del curso (cuidando lo de las estrellitas azules, que se mueven con el cursor), será muy bienvenida.
Va un abrazo afectuoso.
Pd. Este frase es hermosa: “para mí, es la risa de un sinfín de estrellas que disimuladamente están volviendo a penetrar en la tierra”.
febrero 28, 2022 a las 8:56 pm #15715Jairo Vladimir
ParticipanteEstimado Gabriel,
En efecto, las dos primeras estaciones (siendo la segunda la que aún no abandono) tienen un factor caótico, un estar más enmarañado con las cosas que van sucediendo, sin despegar del todo para cultivar ese espacio de calma y claridad. Las otras dos estaciones las “visiono” justamente así: más calmas, sosegadas, receptivas. Me resulta bastante llamativo lo que mencionas respecto al Noble Óctuple Sendero budista, así como que veas en mi descripción del Otoño y el Invierno el componente de la sabiduría; creo que sin duda es ese el camino que me siento llamado a recorrer, el que lleva a esa hondura de sentido. Una vez más, te agradezco por hacerme comprender más y mejor de lo que está implicado en mis palabras y pensamientos.
También te quiero agradecer por tus deseos, tus palabras y tu compañía, que han hecho de este recorrido algo sumamente valioso e importante. ¡Gracias!
Y por supuesto, en estos días estaré haciendo el review y dejándote la calificación del curso. ¡Espero que nos sigamos encontrando!
¡Abrazos de vuelta!
marzo 2, 2022 a las 9:28 pm #15718Gabriel Schutz
SuperadministradorQué review tan generoso y tan amoroso dejaste, Jairo, muchísimas gracias. Me honra y me emociona.
Un abrazo fuerte.
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