Las partes y el todo, una buena manera de pensarlo. En algún viejo texto sapiencial se lee: “El error es confundir la parte con el todo”. Esto quizá explica, de manera simple, la raíz de todas nuestras tribulaciones: creernos el todo. Aun así, creo que es importante incorporar algunas ideas para poder, efectivamente, integrar en ese todo al desgarable L. o el agresivo F. ¿Cómo hacer esto? Según los estoicos (como en la obertura del libro II, en las Meditaciones de Marco Aurelio), no perdiendo de vista que L. o F. tienen logos y apelando a ese logos, quizá ya casi seco o sepultado bajo capas de dolor o frustración o desamor. Por supuesto que no es fácil, porque la agresión o las actitudes desagradables son lo primero que recibimos y nuestra tendencia es a rechazarlas, pero el asunto es, precisamente, ir más allá de ese primer impulso o tendencia y tener esto en mente para poder abarcar en la meditación cosmopolita, tanto a quienes nos agradan como a quienes nos desagradan.
Muchísimas gracias por tu magnífica participación en este curso. Ha sido un verdadero gusto leer tus textos y responderte. También te agradezco mucho por las generosas palabras que escribiste en el comentario del curso. Me alegra de todo corazón que te haya resultado provechoso.