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almazuela.
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mayo 2, 2020 a las 6:31 pm #12828
almazuela
ParticipanteTomé un arándano deshidratado del bote donde guardo el mix de frutos secos y semillas que forma parte de mi desayuno diario. Este mix lo adquirí en una cooperativa que recién conocí, así que esta vez no compré en el mismo lugar de los últimos meses. El cambio fue sumamente lamentable, la frescura de estos productos no tiene comparación con los de siempre. Tengo un secreto y es que desde el primer día he deseado que el mix por fin se termine para volver a los otros. Sin embargo, debo confesar que este ejercicio me ha reconciliado con los arándanos y un poquito también con las almendras y los cacahuates.
Cuando el arándano estaba a una distancia en la que pude comenzar a percibir su aroma me di cuenta de que se había mezclado con el resto de olores del mix. A pesar de que el aroma tostado del cacahuate quería imperar, termino por ser más potente esa combinación entre dulce y ácido de arándano. Por primera vez me doy cuenta de que puedo percibir con más intensidad y detalle a través de mi fosa nasal derecha, con la izquierda debo esforzarme un poco más para que, con ligereza, lleguen hasta mí los aromas.
Los pliegues del arándano me hicieron evocar los surcos que poco a poco voy reconociendo en mi rostro. Cuando esa imagen pasó por mi mente me di cuenta de que mi atención ya se estaba yendo a otro lado, así que cerré los ojos para disfrutar al tacto de la suavidad de sus pliegues. Así me quedé durante un rato porque ese roce delicado con las yemas de mis dedos me relajó bastante. Tal vez lo jugueteé más tiempo del debido porque comencé a sentir pegajosos mis dedos.
Antes de morderlo por primera vez, fue placentero sentir un sabor más sutil del que surge de él al explotar. Al morderlo la mezcla con las almendras, los cacahuates y las nueces se difuminó. En ese instante, el arándano estaba quizás más mezclado conmigo que con las semillas.
Creo que volveré a hacer ese ejercicio cuando vuelva a comprar los arándanos en mi lugar de siempre.
mayo 3, 2020 a las 3:03 pm #12837Gabriel Schutz
SuperadministradorQué buena experiencia, Almazuela, me alegra mucho leerla. El sólo hecho de haberte “reconciliado” con algo, es, en sí mismo, buena cosa.
Lo interesante aquí es que te diste cuenta de, por lo menos, dos cosas importantes:
(i) Que puedes tener conciencia de cuando tu atención se desvía, y regresarla voluntariamente adonde tú quieres. Esto parece un asunto menor, pero cuando no se trata de la percepción de un arándano, sino de un pensamiento en el que estás enredada, el gesto de darse cuenta de que te has desviado, dejándote arrastrar por ese pensamiento, y el reflejo de regresar a una posición de observación ecuánime, puede ser de mucha mayor importancia.
(ii) Descubriste una disposición donde hay, a la vez, concentración y relajación. La sensación en las yemas de los dedos puede haber sido muy agradable, muy sensual, pero lo que posibilita esa relajación que refieres es, más allá de lo agradable, el hecho de haber estado concentrada en un solo objeto, de tener, por así decir, “la mente unificada”. En otras palabras, es muy probable que lo agradable, en sí mismo, no haya sido lo que te relajó (si bien puede haber contribuido), sino que el haberte relajado, a fuerza de esta peculiar manera de estar concentrada, fuera en sí mismo lo agradable (intensificado por las sensaciones táctiles). En budismo, cuando se entra en un primer nivel de concentración, o lo que suele llamarse absorción (dyana), el efecto es precisamente experimentar gozo.
mayo 3, 2020 a las 5:02 pm #12840almazuela
ParticipanteOlvidé anotar algo al narrar la experiencia y es que quedé perpleja después de haber escuchado el sonido de un arándano. ¡Escuchar un arándano! No sé por qué olvidé anotarlo si, junto con el tacto, fue lo que más asombroso me resultó. Respecto al placer de reparar en los sabores definitivamente no me siento lejana, desde que comencé a ser vegana cada que como siento que “como por primera vez”. Es emocionante que, por ejemplo, de una nuez salgan tantos sabores en función de las mezclas. Siempre he dicho que el veganismo me ha regalado la oportunidad de que preparar y comer los alimentos se haya convertido en una bella alquimia.
Sobre los puntos que me señalas; creo que en la vida cotidiana puedo darme cuenta de mis derivas mentales y cuando entro en zonas pantanosas, espirales, loops, etcétera. ¡Creo que hasta he hecho una tipología de las derivas! El problema es, en todo caso, encontrar el camino de vuelta y caminar a través de él. Así que me entusiasme demasiado recolectar las valiosas pistas que seguramente encontraré en este curso.
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