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Monica Yuliana Cerros Ortiz.
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junio 6, 2020 a las 6:56 pm #13280
Monica Yuliana Cerros Ortiz
ParticipanteLa historia familiar es un tejido del cual comúnmente desconocemos el color y la clase de sus hilos, sus puntadas y quienes fueron sus tejedoras y tejedores. Sin embargo, hay historias que han sido resguardadas y que nos llegan como un eco. La de Mi Calina es una de esas historias, una que ha llegado hasta mi fragmentada a través de voces como la de mi madre.
Desde pequeña, cuando le preguntaba a mi mamá por su Calina y escuchaba pronunciar su nombre completo Catalina Murillo Carlín me imaginaba a una mujer curra, de gran porte y áspero carácter. Ella fue tomando su propio lugar en mi vida, hasta un día en el que me di cuenta de que yo hablaba de ella y sus historias como si la hubiera conocido en vida, que de alguna forma su presencia se manifestaba a través mío. Ella ha sido la punta de lanza para que yo iniciara el viaje de mi genealogía.
Mi Calina, como sus nietos le llamaban, Doña Catarina, para el pueblo raso, nació la madrugada de un domingo 6 de febrero de 1881 en el rancho de San Luis Custique, Zacatecas. Fue bautizada a los ochos días de nacida como María Catalina Murillo Carlín, hija de Vidal Murillo y Ambrosia Carlin. Como la historia de muchas mujeres de la época, sus días antes de casarse son nebulosos, no se sabe mucho, algo así como si su vida comenzará al aceptar unirse con un hombre. Al recién cumplir su mayoría de edad, se casó en la Villa del Refugio el primer día de diciembre en vísperas al cambio de siglo. Su marido, Rosendo Ortiz, era un jornalero del pueblo de Tenanguillo, lugar al que se mudó tras contraer nupcias. Fue madre de ocho hijos que le nacieron vivos -dos mujeres y 6 hombres- y, como ella no era una gallina para seguir echada después de parir, nunca guardo la cuarentena; se fajaba con una manta y a los pocos días ya estaba moliendo el nixtamal.
Doña Catarina fue una mujer dura, supongo fruto del carácter acuariano con el que nació, así como del cumulo de experiencias en su vida. Ella es la protagonista de una historia -casi leyenda- del ranchito de Tenanguillo, que aún hasta el día de hoy sigue rodeada de secretos y misterios. Cuentan que un grupo de cristeros que venía huyendo llegó al rancho y uno de ellos traía consigo una gran cantidad de monedas de oro. Vaya a saber dios el porqué, pero aquel hombre le dejó el dinero en resguardo a mi Calina. Algunos meses más tarde, los cristeros volvieron para recuperar su botín, sin embargo, por alguna razón que solo ella y dios saben, mi Calina no quiso devolverles los dos botes de aceite de 20 lts. donde ella guardaba esas monedas. El precio de su negativa le costó la vida de su marido, “muerto por arma de fuego” reza su acta de defunción, levantada los primeros días de la década de los 30s.
Dicen que con ese dinero se hizo de muchas tierras que repartió entre sus hijos, que era prestamista y muy dura con el dinero, por lo que el secreto de dónde ocultaba todo ese oro se fue con ella hasta la tumba. Mi mamá me cuenta que cuando la cuestionaban sobre dónde guardaba ese dinero ella contestaba siempre con evasivas “por ahí, por ahí en la huerta, abajo del nogal o cerquita de algún naranjo”. Nunca se volvió a casar, fue viuda durante casi cuarenta años, y aunque muchos hombres la pretendían, “ningún viejo” estuvo a su altura. Imagino su dolor al perder a su marido de esa forma y me cuestiono sobre la violencia histórica y sistemática y al mismo tiempo, trato de entender y desenmarañar las heridas, improntas y patrones transgeneracionales que habitan en mí.
Mi bisabuela fue una mujer que conjuga la firmeza necesaria para sostener sola una familia, y al mismo tiempo, el amor manifestado en sus propias formas no romantizadas. Puedo sentir ese amor en las historias que me han relatado, como cuando mi tío Rosendo siendo niño, contaba emocionado el dinero que había ganado por una venta de limas y mi Calina al verle le advertía: “criatura, criaturita, el dinero y las nalgas no se le enseñan a cualquiera”. También al saber que sus hijos y nietos podían acudir a ella cuando necesitaban dinero, que era ella la que financiaba el bautizo o la cosecha que se había perdido. Me incomoda saber sobre su predilección por los varones de la familia, pero tampoco la puedo juzgar, somos mujeres criadas en un sistema patriarcal, y ella solo replicaba lo que seguramente aprendió. Ella era autentica, así como era, cuando se peleaba con Mi Toña -mi otra bisabuela- por sobreproteger y “mal criar” a mis tíos o cuando se tomaba sus cervecitas -las que sus pichaban sus nietos- afuera de la tienda de su nieta Celia. Quizá una de mis partes favoritas de su personalidad es saber que le gustaba “echar la viga”, es una forma de reconocerme en ella al sentirme tan cómoda incluyendo “malas palabras” en mi diario decir.
Quiero creer que algo de buen karma hay en morir apaciblemente. Mi Calina murió “de viejita” recostada en su cama de latón, acompañada por gran número de sus hijos, nietas y nietos. Un día ya no quiso comer, imagino que ella sabía que su tiempo había llegado. A sus 95 años, su espíritu abandonó su cuerpo un jueves cerca de las seis de la tarde cuando la luna crecía en la constelación de Leo.
junio 7, 2020 a las 3:14 pm #13289Gabriel Schutz
SuperadministradorMe puedo imaginar con vivacidad a tu bisabuela y, al hacerlo, en cierto modo, y es de lo que se trata en este ejercicio, puedo conocerte un poco más, porque hay valores que atesoras a la luz de los valores que defendió tu bisabuela. Los que me parecen más claramente destacados en tu semblanza son, por encima de todo, la independencia, tanto en lo material como en lo moral (de ahí también el desenfado en el lenguaje), un sentido práctico claro y firme, una enorme habilidad para los negocios, y eso que llamas «amor no romantizado», que creo poder entender más o menos bien (y que es posiblemente la mejor manera de honrar el amor, pues el así llamado amor romántico es todo menos amor).
Desde el punto de vista narrativo, está claro que el clímax se encuentra en la leyenda que le valió a Calina, simultáneamente, su viudez y su fortuna material, y no puedo dejar de preguntarme si, al negarse a regresar ese dinero, no estaba consciente de poner en riesgo a su marido. No juzgo, no tengo la menor autoridad para hacerlo, pero la pregunta no me abandona y me parece que, de su posible respuesta, surge un cuadro más claro de quién fue Calina. ¿Qué piensas tú? ¿Qué te dice tu intuición?
junio 9, 2020 a las 12:29 am #13301Monica Yuliana Cerros Ortiz
ParticipanteEsta pregunta es difícil contestarla desde el intelecto o los hechos que conozco y agradezco la puerta que me permites abrir al preguntarme qué me dice mi intuición.
Yo me había preguntado muchas veces que tan cierto podría ser eso de que mi Calina no haya querido regresar ese dinero, porque de haber sido así, ¿por qué no la asesinaron a ella y en lugar de a mi bisabuelo? ¿por qué habrían dejado estos hombres este dinero una vez muerto el marido? ¿por qué el acta de defunción no dice nada sobre un enfrentamiento? Hay algo en su mi bisabuelo que no me da buena espina, mi intuición me lo dice (encontré por ejemplo que parece que se cambio el nombre, su nombre original era Esteban no Rosendo). Entonces más allá de él, mi corazón mi dice que hubo algo más, que ella sufrió y que ese hecho la obligó a transformar su personalidad, a hacerse dura y defenderse, pero al mismo tiempo a ser independiente y enfrentar el mundo. Ahora que lo escribo me pregunto qué tanto de ella estoy apropiándome y si de alguna forma me vivo desde la postura que hay algo de lo que me tenga que defender.
También siento que debió de ser muy difícil para ella cargar con ese estigma, y que todo el mundo la encasillara como era Doña Catarina, dura, adinerada quizá hasta insensible. Creo en el karma y sé que ese dinero no le pertenecía genuinamente a mi familia, razón por la cual al día de hoy nadie sabe nada de ese supuesto tesoro, y muchas de las tierras que les heredó a sus hijos (entre ellos mi abuelo) tienen problemas legales, incluso su casa se perdió. Esto me hace también traer a la mesa mi relación con el dinero y de alguna forma rechazar el tener abundancia porque inconscientemente lo siento como malo o como que voy a ser señalada.
Entonces, volviendo a tu pregunta, puedo sentir que ella fue una mujer que tuvo que asumir un papel de villana de alguna forma, que las circunstancias, su tiempo y quizá sus propias decisiones la pusieron en ese lugar, pero que ella fue mucho más que eso, una mujer asumiendo el rol que le toco vivir en estar encarnación.
junio 9, 2020 a las 10:00 am #13306Gabriel Schutz
SuperadministradorQué interesante todo esto. Una parte del interés es por la propia personalidad de tu bisabuela y los motivos que la llevaron a esa extraña transacción. Tienes material para una linda novela o un cuento largo. Pero en lo que concierne a este taller, el interés fundamental es todo esto que tú misma concluyes con gran lucidez: el impacto que puede tener esta historia en tu relación con el dinero, en estar eventualmente a la defensiva en ciertas situaciones, etcétera. Poder conscientizarlo es un paso importantísimo; sin eso, no hay nada. He aquí, pues, otro espectro: el espectro de Calina, tan introyectado quizá que hasta te refieres a ella como TÚ Calina…
junio 9, 2020 a las 11:13 am #13312Monica Yuliana Cerros Ortiz
ParticipanteGracias Gabriel, me seguiré echando un clavado para observar este espectro y sembraré esa semilla en mi para el cuento.
Un abrazo!
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