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Gabriel Schutz.
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junio 29, 2020 a las 7:56 pm #13538
Agustin Emmanuel Espinosa Bataz
Participante(me pasé por 40 palabras más las que estoy usando en esta oración, disculpa)
Javier Bataz fue el hermano “favorito” de mi mamá. Ellos son de Coyuca de Benitez, un pueblo a una hora de Acapulco al que se le conoce como “La Puerta de Oro de la Costa Grande”, y que yo siempre asocio con los viajes de carretera, pues desde que tengo memoria, hemos ido en coche por la Autopista del Sol. Mi mamá tiene Cincuenta y tres años, por lo que mi tío debería tener cincuenta y cinco… de no ser por que falleció en verano de 2013, tristemente, en la misma Autopista que me trae esos bonitos recuerdos.
Mi mamá y mi tío llegaron a la Universidad, por lo que desde los dieciocho vivieron en la Ciudad de México; sin embargo, hay otros dos hermanos que se quedaron en Coyuca, donde viven hasta hoy. Además, había otras dos medias hermanas del lado paterno, y una multitud de primos que también, cuando eran niños, vivían en el pueblo. Según se cuenta en las reuniones familiares, a mi tío Javier le decían “el güero vergueto” por que era más “blanquito” que los demás, y por que era el más “bravo” de la familia: desde pequeño estaba en problemas, y no por buscapleitos, sino porque no sabía quedarse callado cuando algo le parecía injusto. Además, tenía mucha energía, así que -cuando mis abuelos no lo ponían a trabajar en el campo o a vender comida en el puesto que tenían- siempre estaba jugando futbol o corriendo por ahí.
Mi abuelita decía que él, desde chiquito, le decía que quería ser como Lucio Cabañas (maestro y guerrillero, uno de los héroes del estado), pero como había muerto por estar “de revoltoso”, ella le respondía que no, que si quería ser maestro estaba bien, o que buscara otra forma de ayudar al pueblo sin necesidad de ir a dar de tiros. Al final, mi mamá fue la que terminó, por accidentes de la vida -siendo un par de “accidentes” mi hermana y yo- siendo la profesora de la familia; mi tío Javier se decidió por el camino de la política. No tengo clara su trayectoria, pero sé que fue subsecretario de lo religioso en Guerrero, y director de algo de educación… Pero él quería “ayudar al pueblo de Coyuca”, así que al final estuvo en la contienda (creo que de 2008 o 09) por la presidencia municipal, y honestamente no recuerdo en qué partido, pero eso tampoco le importaba a él -la vida política lo hizo controlar su carácter y aprender a ser más flexible para poder llegar a ciertos lugares, pero sin nunca perder de enfoque su meta final: ayudar a Coyuca-.
Algo que era uno de sus puntos más fuertes, o más débiles, según quién cuente la historia, era que ese objetivo de vida era lo primero para él. Esta situación no siempre era positiva, ya que se casó, y fue padre de tres (de mis primos favoritos, por cierto); tristemente, tener que ir y venir constantemente de Coyuca al D.F. hizo que por momentos descuidara la vida familiar, causando algunos momentos no siempre bonitos en casa.
Al final, perdió ante un candidato que supuestamente venía financiado por el narco, y mi tío siguió en otros trabajos dentro del gremio de políticos. Luego, en 2012 la situación se repitió: contendió, esta vez por parte de otro partido, y perdió contra otro supuestamente “pesado” del estado. En este momento, según mi mamá, él ya tenía un trabajo muy fijo, donde podía -aunque más modestamente de lo que él hubiera querido- tener impacto en la vida de jóvenes del estado; de hecho, se rumoreaba que, en un par de años, por fin volvería a la Ciudad, para ya no tener que volver tan constantemente a Guerrero. Lo que sí, es que nunca dejaría de ir a Coyuca, ya que él era el hijo más apegado a mi abuelita. Sin embargo, en 2013, hubo un accidente -de naturaleza bastante sospechosa, por decir lo menos- en la carretera, el cual lo dejó en estado de cuadraplejia por un mes, tras el cual se fue.
Cuando el accidente ocurrió, él fue hospitalizado en una clínica de Morelos, donde permaneció hasta el final. Durante ese mes, la “casa” de mi tío, la de mi mamá, y un par de primos más, nos volcamos a “darnos vueltas” al hospital, para hacer guardias y estar con él. Yo nunca he sido muy apegado a la familia, por lo que fue en esas cuatro semanas que escuché las historias que estoy escribiendo en este momento. Hay un par de cosas que recuerdo con mucha claridad: primero, mi papá decía que la última vez que mi tío y él se vieron antes del choque, él se veía mucho más auténtico e incluso feliz que años anteriores -supongo que la carrera política le seca el espíritu a quien sea, y perder puede ser una bendición en el sentido de que puedes descansar de ella-. La otra es que hubo un día en el que nos reunimos los primos con los que siempre estuve en mis primeras navidades, en el hospital, y por esa noche, hicimos tanto ruido y nos reímos tanto como en los viejos tiempos, como si hiciéramos “la última pijamada”. La última vez que pasé al cuarto con mi tío, me dijo “tú sigue dándole, te quiero”.
La verdad es que, dentro de mi “desapego”, era de mis tíos favoritos, y lo admiraba un montón. Principalmente, por que lo veía como un contraste viviente respecto a mí: extrovertido, con mucha actividad, con mucho “pegue” con las mujeres, muy sociable, muy “fuerte”: cosas que me gustaría tener un poco más. Lo curioso es que, sus últimas semanas, tuvo que “voltear para adentro” como nunca -era el más “gritón” de la familia, y ahora no podía ni hablar-. Creo que, volviendo a los contrastes, mi tío Javier me enseñó que todo puede cambiar de un día para el otro… y tú también puedes cambiar de un día para el otro. También, que cuando tienes una meta o un sueño, hay que pelear por él. No siempre pienso en todo esto, y es que -como ahorita- es un tema que toca fibras sensibles; sin embargo, es importante mantener cerca esa enseñanza, y “seguir dándole”.
junio 30, 2020 a las 10:47 am #13546Gabriel Schutz
SuperadministradorLo que comentas hacia el final de tu texto, cómo la vida puede hacerte pasar de un polo al polo opuesto, incluso de manera súbita, es interesante. C. G. Jung, tomando una idea de Heráclito (y del principio taoista del yin-yang) le llamaba enantidromia. En el caso de tu tío Javier, esto sucedió de manera forzada y no sabemos que habría pasado si hubiera tenido una vida más larga. Según Jung, toda tendencia consciente genera un tendencia equivalente y opuesta en el inconsciente. El hombre que ha destinado su vida a la acción, desarrolla inconscientemente la tendencia opuesta, es decir, una tendencia a la contemplación, sólo que no lo sabe y, llegado el caso, si se dan las circunstancias, no le será fácil asimilar (integrar) esa tendencia. El caso ejemplar es el de Jekyll y Mr. Hyde (a ti que te gustan las novelas de terror): el médico probo y virtuoso, por las noches (símbolo del inconsciente) se vuelve su antítesis. Esto es tanto como decir que quizá tu tío Javier, con los años, se habría vuelto más introvertido, contemplativo, femenino, más dispuesto a abrazar su vulnerabilidad. El hecho de que te resulte admirable el contraste con tu tío, supone quizá también que, con los años, tú te vuelvas más extrovertido, activo, galán, sociable y “fuerte”, lo que quiera que esto último signifique. Según Jung esto es una ley, pero claro, no siempre escuchamos el inconsciente.
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